¿Qué sabes de Etiopia?

Aunque la sequía no es nueva en Etiopia actualmente este fenómeno se ha agravado y afecta a unos 18 millones de personas. Pero casi nadie habla de ello.

Las consecuencias son múltiples: el ganado muere, la gente abandona sus aldeas para encontrar comida en zonas menos afectadas. Muchos niños ya no pueden acudir a la escuela porque están demasiado débiles como para recorrer el a menudo largo y dificultoso camino.

En esas circunstancias ¿Nos extraña que arriesguen su vida para llegar a Occidente?

La Conferencia Episcopal Católica de Etiopía ha advertido de que la sequía representa un peligro para la cohesión social y el porvenir de la gente. “Cada vez más jóvenes se arriesgan a emigrar ilegalmente al extranjero para buscar trabajo. Los padres ancianos se quedarán atrás sin sus hijos, las esposas sin sus esposos, que son en muchos casos los que alimentan a sus familias, y las mujeres y niñas se verán expuestas a diferentes formas de violencia y maltrato”.

La Iglesia Católica etíope ha elaborado un plan de emergencia. Gracias a la buena organización de sus estructuras, puede llegar a los necesitados rápidamente.

Un aspecto muy necesario es la ayuda a los catequistas que, al igual que en muchos otros países africanos, revisten una especial importancia en Etiopía. Y es que las parroquias son gigantescas y los sacerdotes no pueden acudir con la frecuencia necesaria a todas las aldeas.

Los catequistas instruyen en la fe a los habitantes de las aldeas, los preparan para la recepción de los sacramentos y rezan con los creyentes. Se hacen cargo de una gran parte de la pastoral, aunque a cambio no reciban nada o muy poco. Por ello es extremadamente importante garantizar la subsistencia de los catequistas.

En el Evangelio, Jesús dice: “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber” (Mt 25, 35). En la actualidad, Jesús nos dirige a nosotros este llamamiento desde 18 millones de etíopes.
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