Fue el primero en mostrar su disgusto por el 'crimen' arquitectónico Córdoba: La catedral que no quiso Carlos V
"Cuentan los cronistas de la época que el emperador Carlos V, al visitar la 'nueva catedral cristiana de Córdoba recién encajada dentro del templo musulmán de la mezquita', habló duramente a las autoridades eclesiásticas"
"Pero ya era tarde. Se había levantado una gran catedral dentro de la mezquita que fuera de ella hubiese causado por sí misma verdader asombro y admiración"
"La mezquita es obra única en su género. Abderramán I fue el iniciador de la obra en el siglo VIII, y hubo sucesivas ampliaciones hasta llegar a Almazor, en el siglo X, el último en retocarla y que añadió ocho nuevas naves, quedando descentrado el Mihrad"
"Fue en abril de 1523 cuando el Cabildo decidió levantar una gran catedral en medio del bosque de columnas"
"Córdoba, "faro de occidente", capital romana y asentamiento judío, metrópolis de al-Ándalus, fue y seguirá siendo mezquita principal y excepcional legado arquitectónico y religioso que con sus 24,000 m2. llegó a ser el mayor edificio religioso del mundo musulmán"
"Antes o después, el complejo religioso llegará a ser el más conveniente y convincente testimonio e incitación para ser y ejercer como seres religiosos... Y es que todos, cordobeses o no, fuimos, somos y seremos, clérigos o imanes"
"La mezquita es obra única en su género. Abderramán I fue el iniciador de la obra en el siglo VIII, y hubo sucesivas ampliaciones hasta llegar a Almazor, en el siglo X, el último en retocarla y que añadió ocho nuevas naves, quedando descentrado el Mihrad"
"Fue en abril de 1523 cuando el Cabildo decidió levantar una gran catedral en medio del bosque de columnas"
"Córdoba, "faro de occidente", capital romana y asentamiento judío, metrópolis de al-Ándalus, fue y seguirá siendo mezquita principal y excepcional legado arquitectónico y religioso que con sus 24,000 m2. llegó a ser el mayor edificio religioso del mundo musulmán"
"Antes o después, el complejo religioso llegará a ser el más conveniente y convincente testimonio e incitación para ser y ejercer como seres religiosos... Y es que todos, cordobeses o no, fuimos, somos y seremos, clérigos o imanes"
"Córdoba, "faro de occidente", capital romana y asentamiento judío, metrópolis de al-Ándalus, fue y seguirá siendo mezquita principal y excepcional legado arquitectónico y religioso que con sus 24,000 m2. llegó a ser el mayor edificio religioso del mundo musulmán"
"Antes o después, el complejo religioso llegará a ser el más conveniente y convincente testimonio e incitación para ser y ejercer como seres religiosos... Y es que todos, cordobeses o no, fuimos, somos y seremos, clérigos o imanes"
Muy admirados cuentan los cronistas de la época que, cuando el emperador Carlos V de Alemania y I de España, visitó la “nueva catedral cristiana de Córdoba recién encajada dentro del templo musulmán de la mezquita”, resumió sus sentimientos y pensamientos dirigiéndoles a las autoridades eclesiásticas -Cabildo catedralicio y Obispo-, responsables de tan insensata fechoría arquitectónica, estas duras y condenatorias palabras:”Lo que habéis construido aquí, podíais haberlo hecho en cualquier otro sitio. Pero lo que habéis destruido aquí, no hay otro lugar donde encontrarlo…”
Pero ya era tarde. En esta ocasión, al igual o peor que en otras similares, la fe, el gusto, la estética, la falta de respeto, la seguridad de ser poseedores únicos de la Verdad Revelada, el poder ejercido siempre y brutalmente “en el nombre de Dios” – en su caso también “todopoderoso”, por definición delegada, explicaban con creces el tremendo desaguisado de la construcción-destrucción de uno de los lugares sagrados de mayores proporciones y rico en arte, existentes entonces en el mundo…
Las palabras del emperador, junto con sus sentimientos y reacción posterior, nos pueden servir de guía a los peregrinos de RD. por las catedrales de España, aún antes de disponernos a iniciar su visita que, para ser aproximadamente provechosa, tendrá que efectuarse por la “Puerta del Perdón” y del arrepentimiento.
Con tal preparación artístico-religiosa, el recorrido interno y externo habría de ser largo y generoso, tanto en el tiempo como en el espacio. Basta y sobra, para ello, con reafirmarnos en la idea “imperial” de que todos los misterios de todos los piadosos y santos rosarios de la fe y de la historia cristina se rezan y se viven en cada uno de los pasos que se “pronuncien” por espacios tan sagrados como los de la mezquita-catedral de Córdoba, durante años largos y densos, la ciudad más importante del mundo de los musulmanes.
La historia la damos por supuesta y, revestidos siempre de admiración y contemplación, como leve orientación para aprovechar la visita, que repensaremos y rezaremos posteriormente y por nuestra cuenta, aquí y ahora me limito a referir lo siguiente:
La mezquita es obra única en su género. Es la representación por excelencia del arte califal. Los árabes, que habían sometido la ciudad cordobesa el año 741, ocuparon para las celebraciones de su culto, parte de la antigua basílica visigótica de san Vicente, que tenía cinco naves, aprovechando algunas de sus columnas en la nueva construcción.
Abderramán I fue el iniciador de la obra, que a mediados del siglo VIII ya contaba con once naves. Entre los años 833 y 848 Abderramán II amplió el templo. El tercero de los “Abderramanes” levantó posteriormente un minarete y entre los años 961 y 976 Alaquén II volvió a ampliar lugar tan sagrado, hasta donde la proximidad del río se lo permitía. Al no poder alargarse más por esa parte, en tiempos de Hixén II, en el año 987, la amplió Almanzor por el lado de Levante, añadiéndole ocho nuevas naves, quedando descentrado el Mihrad.
Por la Puerta del Perdón, del siglo XIV y con decoración mudéjar, se accede al Patio de los Naranjos. De él, y por la puerta de las Palmas, o Arco de las Bendiciones, se pasa al interior de la mezquita. El arco es así llamado porque aquí se bendecían las banderas que portarían quienes irían a la guerra contra los reyes granaditos. Sorprende, por la armonía y sobriedad del conjunto, la visión de las 110 columnas de mármol y granito, de la primera construcción de Abderramán I, con capiteles romanos, paleocristianos y bizantinos. Las dovelas de los arcos, con piedra caliza y ladrillos, proporciona ritmos cromáticos de luces y sombras.
En las ocho arcadas de Abderramán II, se aprovecharon también materiales de edificios anteriores. Las columnas de mármol blanco proceden del teatro romano de Mérida.
Sobresale la magnificencia de la Macsura, o recinto reservado al Califa, tanto en el Mihrab como en la cúpula de la Kibla. Una y otra son obras cumbres del arte universal. La capilla del Lucernario, o de Villaviciosa, introduce en la zona de Alaquén II. Las columnas de las doce arcadas alternan bellamente el mármol azul de Córdoba con el mármol rosado de Cabra ..
El atractivo de la geometría en estado puro es aquí sorprendentemente poderoso. La Kibla, o muro meridional, donde se abre el Mihrab, que debe orientarse hacia La Meca, reúne los tesoros más valiosos de la Mezquita. El Mihrab está recubierto con el mosaico que desde Bizancio enviara el emperador Nicéforo. La planta es octogonal, con una concha de piedra labrada en una sola pieza, como cúpula. Hoy se utiliza como Sala Capitular del cabildo catedralicio.
En el interior de la Mezquita se rehabilitó una iglesia inmediatamente después de la Reconquista, para lo que se sacrificaron algunas columnas En 1258 mandó construir la Capilla Mayor el rey Alfonso X “El Sabio”,y en 1260, la Capilla Real.
Y fue en abril de 1523 cuando el Cabildo decidió levantar una gran catedral en medio del bosque de columnas. Proyectada en estilo ojival, la catedral presenta muestras de los estilos plateresco, herreriano y barroco. El coro, de caoba, es uno de los más bellos de España, obra cumbre del escultor sevillano del siglo XVIII, Pedro Duque Cornejo. Hay que reconocer que, fuera de la Mezquita, esta catedral causaría por sí misma verdader asombro y admiración.
Entre las capillas artísticamente más destacables, están las de la Concepción, Espíritu Santo, san Nicolás, santa Ana, Nuestra Señora del Rosario, la Asunción y san Pablo. Esta última luce un precioso retablo de Céspedes. En la de san Bartolomé está el sepulcro del clérigo-poeta cordobés don Luis de Góngora. En la de las Ánimas descansa el inca Garcilaso de la Vega, cuyo escudo luce la leyenda de “con la espada y con la pluma”. Lope de Rueda parece también enterrado en la catedral.
La Capilla del Cardenal, o Sacristía, alberga el tesoro catedralicio de la custodia de plata, de doscientos kilos de peso, de Juan de Arfe –a.1518- posiblemente la más hermosa de España. Hay también un crucifijo de marfil, tal vez de Alonso Cano, cálices, portapaces, manuscritos de los siglos IX y X, incunables con encuadernación mudéjar…El fundador de esta capilla fue el cardenal Pedro de Salazar en 1706.
Las puertas de Alaquén II resaltan por su belleza y originalidad. La de la Paloma está reformada con elementos góticos del siglo XV. La más antigua es la de san Esteban. Las de san Miguel de los Deanes y el Postigo de la Leche se ubican en la vahada occidental. En la fachada norte, junto a la del Caño Gordo, se encuentra el retablo Pular de la Virgen de los Faroles, con copia del lienzo de Julio Romero de Torres. La puerta de Santa Catalina es plateresca, sin olvidarnos de que el Patio de los Naranjos, es el zaguán o patio de entrada que tienen todas las mezquitas y en los que los fieles realizaban y realizan sus abluciones rituales…
Córdoba, “faro de occidente”, capital romana y asentamiento judío, metrópolis de al-Ándalus, fue y seguirá siendo mezquita principal y excepcional legado arquitectónico y religioso que con sus 24,000 m2. llegó a ser el mayor edificio religioso del mundo musulmán.
A la sombra y amparo de las alas del arcángel cordobés de san Rafael, en cualquiera de sus “triunfos” populares por calles y plazas, de entre tantas consideraciones a las que dedicar tiempo y atención, habrán de destacar las relacionadas con la idea de que , más bien pronto que tarde, el complejo religioso de mequita-catedral, o catedral- mezquita, llegará a ser el más conveniente y convincente testimonio e incitación para ser y ejercer como seres religiosos...
Y es que todos -cordobeses o no- fuimos, somos y seremos, clérigos o imanes. Lo de las “guerras de religión” dejarán pronto de ser “guerras” y de “religión”, pasando a ser y a llamarse como de PAZ, a lo que en resumidas cuentas se comprometieron los fundadores-arquitectos de las respectivas opciones que llevan a Dios, tarea que prosiguieron, “institucionalizaron” y aún “sacranentalizaron” sus sucesores jerárquicos.
El de las “inmatriculaciones” en la Córdoba “religiosa”, es capítulo aparte, pero bastante más que un anexo...