130 delegaciones oficiales, 50 jefes de Estado y diez 'nobles soberanos' asistieron al funeral de Francisco El poder mundial aterriza en Roma: los Epulones de la tierra despiden al Papa de los Lázaros

El poder mundial aterriza en Roma
El poder mundial aterriza en Roma

"Zelenski, cuyo país sangra bajo los misiles, y Melania, cuyo marido deportó a miles, comparten bancada con monarcas, magnates y ministros que nunca priorizaron a los pobres"

"La austeridad de Francisco, que vivió en Santa Marta y viajó en Ford Focus, contrasta con las caravanas blindadas de los poderosos del mundo"

"Los mismos que ignoraron su llamada a abrir fronteras ahora coreaban su legado. Los que privatizaron hospitales lloraban al hombre que convirtió la Iglesia en "hospital de campaña". Los que vendieron armas aplaudiendo al Papa que gritó: '¡La guerra es un fracaso de la humanidad!'"

Roma se convirtió este sábado en el espejo cóncavo de un mundo dividido. Los grandes de la tierra -los mismos que alimentan guerras, levantan muros y acumulan fortunas- descendieron hoy a la Plaza de San Pedro para despedir al hombre que les recordó, incansable, que la fraternidad es el único camino. Francisco, el Papa de los últimos, recibió en su funeral a quienes nunca siguieron su Evangelio, pero que hoy, quizás movidos por esa "mala conciencia" que él tanto denunció, buscaron redimirse ante la historia con su presencia (o intentar seguir engañando a sus votantes y súbditos). 

Trump, von der Leyen, Milei y medio centenar de líderes se codean entre cirios y cantos gregorianos. Zelenski, cuyo país sangra bajo los misiles, y Melania, cuyo marido deportó a miles, comparten bancada con monarcas, magnates y ministros que nunca priorizaron a los pobres. Putin, ausente, manda su silencio. Es la poesía trágica de este día: los arquitectos del desorden global rinden pleitesía al profeta que les advirtió: "¡Cuántos nuevos pobres producen esta mala política hecha con las armas!". 

Especial Papa Francisco y Cónclave



Un total de 130 delegaciones oficiales, 50 jefes de Estado y diez 'nobles soberanos' asistieron al funeral del Papa Francisco. Entre los jefes de Estado, además de los citados, el presidente francés Emmanuel Macron, el jefe de Estado alemán, Frank-Walter Steinmeier; la de Suiza, Karin Keller-Sutter; el brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva; el primer ministro británico, Keir Starmer; el canciller en funciones de Alemania, Olaf Scholz; el presidente del Consejo Europeo, António Costa; y la del Parlamento Europeo, Roberta Metsola.  

Los Reyes Felipe y Letizia encabezaron la delegación española, en la que no participó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Las vicepresidentas primera y segunda del Gobierno, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, respectivamente; el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños; y el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, acompañaron a los monarcas españoles. 

La disposición de los grandes del mundo ante el Papa de la misericordia la marca un estricto protocolo vaticano. El presidente de Argentina (por ser el país natal del Papa Francisco), Javier Milei, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, fueron los mandatarios que estuvieron sentados más cerca del féretro del Pontífice, este sábado, durante la misa funeral. 

A Milei y Meloni les siguieron las casas reales y los demás presidentes de todo el mundo, sentados por orden alfabético francés, tal y como establece el protocolo. 

La austeridad de Francisco, que vivió en Santa Marta y viajó en Ford Focus, contrasta con las caravanas blindadas de los poderosos del mundo. El Papa que lavó pies de presos y comió con sintecho recibió, irónicamente, el homenaje de quienes presiden banquetes en palacios. Hay algo de confesión universal en este acto: como si los Epulones, al besar su féretro, quisieran exorcizar su complicidad con los Lázaros modernos. 

Fratelli Tutti, la encíclica de Francisco que condenó el "descarte global", resonó hoy en cada declaración hipócrita. Los mismos que ignoraron su llamada a abrir fronteras ahora coreaban su legado. Los que privatizaron hospitales lloraban al hombre que convirtió la Iglesia en "hospital de campaña". Los que vendieron armas aplaudiendo al Papa que gritó: "¡La guerra es un fracaso de la humanidad!"

¿Qué buscan aquí los poderosos? ¿Redención? ¿Foto para la historia? Francisco, que rechazó títulos y pompas, los interpela incluso muerto: "La solidaridad no es un gesto piadoso, sino un deber”. Su féretro sencillo -como su vida- les recuerda que la grandeza no se mide en metros de cortejo, sino en kilómetros recorridos junto a los olvidados. 

Trump en el funeral de Francisco
Trump en el funeral de Francisco



La Jornada Mundial de los Pobres, que él instituyó, hoy se celebró involuntariamente. Los "descartados" que él abrazó estaban destinados a mirar por TV cómo los poderosos usurpaban su duelo. Pero su abogado lo dejó todo previsto, contando con esa dinámica del poder y del santo protocolo. Por eso, ordenó que los últimos en despedirle fuesen sus excluidos, sus favoritos. 

Y el Vaticano organizó un grupo de unas 40 personas pobres, presos, transexuales, sin techo y migrantes, que acompañaron al féretro del Papa Francisco hasta instantes antes del entierro de su ataúd. 

Para ellos, los "últimos" de la sociedad, esta vez fue un privilegio ser los últimos. Los últimos en despedir a Francisco antes del entierro del féretro entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani ) y la Capilla Sforza de la Basílica Liberiana, después del funeral en la Plaza de San Pedro. Para decirle "adiós", pero sobre todo "gracias" a un Papa que para muchos de ellos fue como un "padre". 

Hay, pues, justicia poética: el Papa que eligió llamarse "Francisco" terminó siendo enterrado como un príncipe… de los que no tienen corona, sino heridas. 

Trump, el Rey y otros mandatarios
Trump, el Rey y otros mandatarios

Al final, en este cara a cara entre mitos (ricos y pobres) y mitras, solo un mensaje perdura: la fraternidad nos salva. Francisco, el obispo que vendió regalos papales para dar de comer, demostró que el amor no necesita ejércitos, sino pan compartido. Mientras Trump y Zelenski se saludaban de reojo, su legado grita: "¡Nadie se salva solo!”

Hoy, en San Pedro, el mundo lloró a un profeta que no tembló ante los poderosos. Y aunque los tanques sigan rodando y los pobres sigan muriendo, Francisco gana su última batalla: ha convertido su funeral en un juicio final a la hipocresía global. Los Lázaros, al menos por hoy, tienen la palabra. 

Mientras los helicópteros sobrevuelan Roma, el eco de sus palabras persiste: "¡No al descarte! ¡Sí a la fraternidad!". La historia, como él, juzgará si este duelo fue ritual vacío o semilla de conversión. 

Stamer
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