David López Royo Un amigo en el infinito
Tenías ganas de realizar proyectos, pero la montaña de esa enfermedad maldita te condujo a un valle en el que tuviste que superar un tratamiento duro. Te preparaste para realizar una partida tranquila y demostraste en los casi once meses, desde que te dijeron el diagnóstico, una gran paz
¡Gracias, amigo! Gracias Alfonso por ser luna y sol, y por no dejar que pase cada día sin que podamos sentir tu cercanía, tu cariño y tu afecto. Lo lograremos percibir en los atardeceres y en los amaneceres de nuestras vidas
Mi corazón se encogió y se quedó dolorido. Me apenó tu partida; pero, por otro lado, percibí que un ángel guardaría de mí.
Espero que en estos primeros días te hayas adaptado al lugar de paz y de armonía en el que estarás. Siento y percibo tu energía y fuerza. Siempre te mostrabas amable y comprensivo con todas las situaciones que te tocaban vivir. Tu manera de entender la vida era ejercer tu misión con responsabilidad y, lo más increíble, con muchas ganas de aprender.
Querías que todo se tradujera en servicio infinito. Sí, y por esta razón, no dejabas que las dificultades mermaran en tu día a día el entusiasmo. A mayor dificultad mayor generosidad y entrega.
Tenías ganas de realizar proyectos, pero la montaña de esa enfermedad maldita te condujo a un valle en el que tuviste que superar un tratamiento duro. Te preparaste para realizar una partida tranquila y demostraste en los casi once meses, desde que te dijeron el diagnóstico, una gran paz.
Las veces que puede hablar contigo, por teléfono o por WhatsApp, siempre me transmitiste entereza y fortaleza ... yo, después de que lograba contactar contigo, percibía que tu energía me invadía. Cuando te enviaba un WhatsApp y me llegaba tu respuesta me tranquilizaba y me decía, sigue aquí ...
Otro amigo tuyo y yo hablábamos de vez en cuando y comentábamos tu gran fortaleza. Tu enfermedad la transformaste en una gran oportunidad. Sí, la oportunidad de lograr tu presencia infinita.
Desde que me enteré de tu situación y fuimos a verte a tu casa sentí que no era justo que una persona como tú fuera tocada por una enfermedad muy difícil de superar. Tenías muchas cosas pendientes que realizar e infinidad de sueños que alcanzar.
Estuve unos días muy disgustado; pero tus contestaciones a mis WhatsApp me hicieron entender que en ti no había queja alguna, al contrario, había agradecimiento por todo lo que habías vivido. Demostrabas, lo que siempre ha marcado tu vida, entrega y generosidad.
Amigo, te has ido demasiado pronto ... no sé si me tengo que quejar ... por una parte sí; pero, al mismo tiempo, agradezco infinitamente haberte conocido ... fuiste un alumno aventajado y también realizaste un gran trabajo profesional y, lo más importante, has sido un esposo y un padre atento y sensible a tu familia. Les mostrabas amor infinito.
Tu mujer nunca dejó de apoyarte en todo lo que emprendías y lo ha demostrado sobradamente en los meses que habéis tenido que convivir con la enfermedad, pruebas médicas, estancias en el hospital, noches sin dormir ...
Ese punto de dolor que nos dijiste tener hace once meses mientras compartíamos una comida, y al que no dabas importancia, fue el aviso de la carrera que tuviste que emprender... una carrera para llegar a una meta que nos ha alejado físicamente; pero que nunca distanciará el afecto y cariño que nos teníamos mutuamente.
Para mí has sido un gran apoyo y percibo que lo seguirás siendo. En estos días, mirando tu manera de comportarte, he llegado a la conclusión de que la vida, aunque venga cargada de dificultades, éstas nunca pueden hacer que pierdas el horizonte de la esperanza.
Tú no lo perdiste, al contrario, lo vivías segundo tras segundo. El dolor y el sufrimiento que te causaba la enfermedad no mermaron en ti el horizonte de la esperanza.
No siendo justa tu partida al infinito, siento y percibo, que la infinitud de tu amistad nunca me abandonará y, esto, te puedo asegurar que me está nutriendo de una fuerza especial.
La maldad no tenía cabida en tu manera de entender la vida. Tenías un gran espíritu bondadoso y, es verdad, que esto, a veces, era aprovechado por las fuerzas que buscaban hacer mal en la vida para destruir tu trabajo; pero tú nunca mostraste odio ni rencor. Tu “adn” no era posible que se mezclara con la maldad y esto te causó, muchas veces, grandes disgustos; pero tú no dejaste que lo perverso entrara en tu vida. Al contrario, siempre alejaste la malicia de tu hacer y de tu ser.
Tu nuevo camino, estoy convencido, tendrá un paisaje lleno de luz. Lo que hará que el resplandor de tu ser ayude a tus seres queridos y a tus amigos a percibirte cercano.
Te percibo en un valle lleno de colores, esos colores que muestran afecto, comprensión, entrega y generosidad.
Afecto porque tu vida en el camino que has vivido en la tierra fue un saber escuchar.
Comprensión porque en el recorrido del camino siempre ayudabas dando consejos.
Entrega porque nunca concluías una ayuda sin comprometerte a apoyar.
Generosidad porque el apoyo se transformaba en gratuidad en cada gesto que realizabas.
Estos colores son la consecuencia de la mezcla que se da cuando la luna pide permiso al sol para alumbrar las penumbras de la noche y cuando el sol acaricia cada mañana la luz de la luna logrando que las horas de día estén alimentadas por la fuerza vigorosa de un sol que quiere dar brillo al camino de la vida. La luna era tu corazón y el sol era tu cerebro.
¡Gracias, amigo! Gracias Alfonso por ser luna y sol, y por no dejar que pase cada día sin que podamos sentir tu cercanía, tu cariño y tu afecto. Lo lograremos percibir en los atardeceres y en los amaneceres de nuestras vidas.