Sólo los sanadores tienen autoridad para gritar pregón en la próxima pascua El culto que quiere Dios en estos días santos
Al celebrar esta semana santa, consciente de lo que decía Blas Pascal, que “Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo”, quiero meditar en la pasión de Cristo escuchando con hondura este llamado de la Comisión de la Verdad:
“Llamamos a sanar el cuerpo físico y simbólico, pluricultural y pluriétnico que formamos como ciudadanos y ciudadanas de esta nación. Cuerpo que no puede sobrevivir con el corazón infartado en el Chocó, los brazos gangrenados en Arauca, las piernas destruidas en Mapiripán, la cabeza cortada en El Salado, la vagina vulnerada en Tierraalta, las cuencas de los ojos vacías en el Cauca, el estómago reventado en Tumaco, las vértebras trituradas en Guaviare, los hombros despedazados en Urabá, el cuello degollado en el Catatumbo, el rostro quemado en Machuca, los pulmones perforados en las montañas de Antioquia y el alma indígena arrasada en el Vaupés”.
Al celebrar esta semana santa, consciente de lo que decía Blas Pascal, que “Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo”, quiero meditar en la pasión de Cristo escuchando con hondura este llamado de la Comisión de la Verdad:
“Llamamos a sanar el cuerpo físico y simbólico, pluricultural y pluriétnico que formamos como ciudadanos y ciudadanas de esta nación. Cuerpo que no puede sobrevivir con el corazón infartado en el Chocó, los brazos gangrenados en Arauca, las piernas destruidas en Mapiripán, la cabeza cortada en El Salado, la vagina vulnerada en Tierraalta, las cuencas de los ojos vacías en el Cauca, el estómago reventado en Tumaco, las vértebras trituradas en Guaviare, los hombros despedazados en Urabá, el cuello degollado en el Catatumbo, el rostro quemado en Machuca, los pulmones perforados en las montañas de Antioquia y el alma indígena arrasada en el Vaupés”. (Comisión de la Verdad, Convocatoria a la paz grande, p. 10).
Este, el de nuestra Colombia, es el cuerpo de Cristo crucificado que adoro en estos días santos. Dios se nos hace presente, es este cuerpo mutilado el que nos da hoy su carne y su sangre, delante de él es que nos tenemos que arrodillar. Sí, la religión de Jesús es el sufrimiento de los pobres, allí es donde él da culto a Dios; y no puede ser distinto para sus seguidores, no damos culto a Dios incensando imágenes de palo, lo damos ocupándonos de los pequeños, “lo que hicieron a uno de estos pequeños, a mí me lo hicieron” (Mateo 25,40). “Gloria Dei vivens pauper”, “La gloria de Dios es que el pobre viva”, nos lo repiten San Romero y Jon Sobrino.
El sufrimiento de los pobres es la sola religión de Jesús y la de sus seguidores, allí, donde han muerto las ilusiones, se comprende lo que le gusta a Dios y lo que hay que hacer; allí se intuye, en la cruda realidad, sin lugar a ideologías, lo que hay que creer; allí, en el silencio y en los gritos, está la plegaria; de allí, de la sabiduría que da el sufrir, sin diplomas y orgullo, brota la teología posible; allí se sabe cuales son las únicas vestiduras sagradas, la piel marcada de dolor y la cobija que arropa, las otras son vanidades que inflan; indiferencia al sufrimiento de los pobres es idolatría.
El crucificado nos espera pues en Chocó, en Arauca, en Mapiripán, en El Salado, en Tierralta, en el Cauca, en Tumaco, en Guaviare, en Urabá, en Soacha, en el Catatumbo, en Machuca, en el Vaupés, en La escombrera… nos espera para que lo bajemos de la cruz… y eso es dar culto a Dios, que no haya más clavados a la muerte, que todos tengan vida abundante. La pasión de Jesús se vuelve folclor vacío, si nos olvidamos de los pobres; si los pobres se quedan todavía sin esperanzas, los fieles que llenan las iglesias serán idólatras; si sigue la exclusión y siguen “ninguniados”, la eucaristía se reducirá a amuleto en nuestras bocas, y esto es sacrilegio y condenación; si los predicadores hacen bellos sermones, y hablan de una pasión vieja de dos mil años, y no mencionan la pasión de tantos hombres y mujeres hoy, de las más de nueve millones de víctimas que intentan sobrevivir en este país, si el Jesús de la cruz no es el mismo Cristo que sufre en las víctimas, todo será palabrería, abuso de autoridad, gnosticismo descarado, déficit de Espíritu Santo.
Sanar es dar culto. En esta Colombia violentada, sólo los sanadores tienen autoridad para gritar el pregón en la próxima pascua.
Nota: para leer la pasión de Cristo hoy, recomiendo tomar unas páginas del informe final de la Comisión de la Verdad, “Pasión de nuestro Señor Jesucristo según Colombia”.
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