Reflexión para alumbrar la vida Mi fe en lo humano
Hemos insistido tanto en el pecado original y nos olvidamos de la gracia original y terminamos desfigurando la creación entera y nos desfiguramos a nosotros mismos. Hay que volver a la gracia original, que esto es lo que cuenta; lo que cuenta es el ADN, la gracia, y no tanto el virus, el pecado.
No estamos determinados y la libertad, gracias a nuestros mismos límites, nos constituye; somos inconclusos, es verdad que esto nos hace sufrir y también es verdad que esto nos anima a esperar lo mejor que viene, la sorpresa que aguarda, la diversidad que se inventa siempre formas nuevas….
Somos relación; si imagen de Dios que es amor, pues también nosotros somos amor; la comunión nos da la identidad.,,cada uno sin excepción está sacado de las costillas del otro, nadie está sólo, somos un abrazo, somos éxtasis.
“Todo es bueno”, “muy bueno” … somos gracia original y sin final.
no somos el centro del universo; somos imagen de un Dios descentrado, descentrado porque el amor es así, descentrado.
Somos relación; si imagen de Dios que es amor, pues también nosotros somos amor; la comunión nos da la identidad.,,cada uno sin excepción está sacado de las costillas del otro, nadie está sólo, somos un abrazo, somos éxtasis.
“Todo es bueno”, “muy bueno” … somos gracia original y sin final.
no somos el centro del universo; somos imagen de un Dios descentrado, descentrado porque el amor es así, descentrado.
no somos el centro del universo; somos imagen de un Dios descentrado, descentrado porque el amor es así, descentrado.
| Jairo Alberto Franco Uribe
Las primeras páginas de la Biblia intuyen la intención de Dios al crear y crearnos y dejan ver lo que el creador se proponía al sacarnos de la nada y al amasarnos del barro. Hemos insistido tanto en el pecado original y nos olvidamos de la gracia original y terminamos desfigurando la creación entera y nos desfiguramos a nosotros mismos. Hay que volver a la gracia original, que esto es lo que cuenta; lo que cuenta es el ADN, la gracia, y no tanto el virus, el pecado.
Dios sopló su aliento en nosotros y si seguimos respirando es porque no ha parado de soplar. La creación no es un hecho puntual del pasado, la creación sigue siendo sorpresa y novedad. No estamos determinados y la libertad, gracias a nuestros mismos límites, nos constituye; somos inconclusos, es verdad que esto nos hace sufrir y también es verdad que esto nos anima a esperar lo mejor que viene, la sorpresa que aguarda, la diversidad que se inventa siempre formas nuevas…. No estamos todavía acabados, ninguna creatura, ningún ser humano, es un proyecto cerrado; Dios todavía no ha puesto su firma de autor, sigue pendiente el toque final; Dios sigue soñando y respirando en nosotros, y esto mismo es garantía de libertad y así ni la oreja ha oído ni los ojos han visto lo que podemos llegar a ser, lo que Dios prepara, las posibilidades de lo real.
Somos relación; si imagen de Dios que es amor, pues también nosotros somos amor; la comunión nos da la identidad. Dijo Dios “hagamos al ser humano a nuestra imagen”, el creador es plural y habla en plural y nosotros, a su imagen, también lo somos; somos plural y decimos nosotros como lo más original; “soy porque somos” dice la sabiduría perenne de mujeres y hombres; todo está conectado, todo es uno; todo es distinto de todo, todos somos distintos de todos los otros, y aun así somos uno, la misma vida vive en nosotros y la vida es Dios mismo; no conseguimos nuestro ser cuando prevalecemos y sí cuando amamos; nadie tiene que afirmarse para ser, nadie tiene que pagar lo que es, nadie tiene que fatigar reconocimiento; lo único que vale es amar, mirar al otro, tocar al otro, sentirlo carne de nuestra carne y hueso de nuestros huesos; desde que nos crearon y despertamos del sueño de la nada, vimos a Eva, vimos al otro, a la otra, y desde ese día y ya por toda la eternidad estamos haciendo el amor sin parar; cada uno sin excepción está sacado de las costillas del otro, nadie está sólo, somos un abrazo, somos éxtasis.
Si Dios es simple y no es compuesto de cosas que se separan, pues también nosotros, su semejanza, lo somos; somos simples, de una sola pieza, y Dios ama todo en nosotros; no hay nada para despreciar ni nada para dejar al poder de la muerte; “todo es bueno”, “muy bueno”, lo dijo Dios al crear y quedó enamorado; somos carne y este mundo que abrazamos es paraíso y no valle de lágrimas; somos corazón y ningún latido, ninguna pasión, se perderá; somos aliento, tenemos la respiración de Dios en nuestras narices y ninguna exhalación se desinflará en sin sentido; somos espíritu y en nosotros Dios sopla, como un flautista en su flauta, y su canción de amor no dejará de oírse. “Todo es bueno”, “muy bueno” … somos gracia original y sin final.
Ah, y algo más: no somos el centro del universo; somos imagen de un Dios descentrado, descentrado porque el amor es así, descentrado, misterio de donación y de salida, fuerza centrífuga y para nada centrípeta; amor que se relaciona, relacionarse es hacerse relativo, y para nada absoluto solitario; y así somos nosotros, o así tendríamos que ser si fieles al proyecto original, nunca en el centro, siempre cuidando de la creación, nunca explotando; nunca absolutos dominando y sí relativos viviendo en el alma de las cosas y de los otros, por debajo, sosteniendo, dando impulso, llevando a la plenitud.