Etno-relatos de enfermedad
- Padre, ¡has de beber mucho líquido!
- Tienes que tomar hojas de malva calentita con limón y miel de abeja.
- Acá te he traído cápsulas de camu-camu, para que te tomes antes de dormir.
- Lo mejor para eso que tienes es hierbamaría.
- Cola de caballo, padre, eso es buenazo. Luego te voy a llevar una poquita para infusión.
- Has de estar a dieta sin grasa, solo tomar caldo de pollo limpiecito.
- No comas padre pollo ni pescado, ¡y huevos sí que no!
Pucha, ¡vivo en un país de médicos! Jaja, es mareante por momentos, pero adorable al mismo tiempo. Todo el mundo tiene su consejo listo para que te sanes prontito; hay prescripciones que son contradictorias, pero ya se sabe que no todos los cuerpos son iguales... A mí la que más me convence es la de la dieta a base de cuy, eso sí que no falla.
Acá todo el mundo se sabe los nombres de los medicamentos, es flipante: "Padre, ¿estás tomando ciprofloxacino ya?". La gente se automedica como quien come pipas y te suelta unos palabros que ni el doctor House: "Mejor que en vez de paracetamol te compres metamizol con dexametazona, que es más efectivo". Diosito. ¿Habrá cursos de farmacia en el colegio? Jaja.
Fui al hospital a un análisis de sangre pero casi siempre sale infección urinaria, así que el doctor John me mandó repetir y lo hice acá atrás, en la clínica del Jirón Loreto. No hay que imaginarse un edificio con aspecto de pequeño hospital, en realidad es una casa donde al llegar llaman a Katy, la técnica de laboratorio, para que venga a hacer la extracción; previo pago de 26 soles recojo los resultados una hora después. El doctor quiere que me ponga una ampolla (inyección) pero a mí se me paran los pelos y salgo zumbando.
¿Y cuando la gente te explica lo que le pasa? Eso es abracadabrante: "tengo gastritis emotiva" -pasmosamete genial-, "algo me ha chocado al hígado", "estás botando el calor corporal", "me ha agarrado el cólico", "se chancó la canilla" o, el más desconcertante que he escuchado, "parece que tengo agua en la cabeza padrecito" (!!!!). Son unas etno-auto-diagnosis que tiembla el misterio.
Solamente aceptaría que Iris me pusiera una ampolla. Trabaja en la Botica Vargas y tiene más idea que los médicos, a ella se acude como antaño en España. Te explica todo con la experiencia que le da el trato con la gente sencilla del campo, que llega, le cuenta lo que le pasa, qué le duele, y ella receta las medicinas, que muchas veces se jincan ahí mismo. Vende los comprimidos y cápsulas por unidades, como todas las boticas, y eso es vacán: te puedes comprar un paracetamol nomás, y no una caja entera.
Creo que la bacteria va siendo abatida por los diferentes caldos calentitos, infusiones de hoja de limón y miel, cañonazos de levoflox y horas extras de cama. Aunque sospecho que el tratamiento definitivo consiste en unos buenos viajes de jamón marca "Luis Fernández Barroso", de Valencia del Ventoso, que me han llegado recientemente por valija diplomática. Eso sí que lo cura tó.
César L. Caro