Había un padre que concedía a uno de sus hijos lo que le pedía pensando cada vez que se daría por satisfecho. Pero al cabo de un tiempo le pidió otra cosa amenazándolo con irse de casa si no se lo concedía. Y volvió a concederle lo que le pedía sin darse cuenta, o dándose, de que le estaba entregando los instrumentos para irse o quedarse haciendo lo que le de la gana. Los otros hijos se dijeron: Nuestro padre es tonto, ignorante o un egoísta malintencionado, que con tal de seguir ahí, concede a nuestro hermano todo lo que le pida hasta hacernos bailar a todos al son que nos toque. Somos idiotas, nuestro padre y nuestro hermano quieren hacernos creer que llueve cuando nos están meando.