Fe, tradición y guerra

Las raíces de la guerra entre Israel y Palestina son hondas y muy largas.  Textos del Viejo Testamento ordenan perseguir a los adoradores de ídolos que son todos los que no adoren a Yahvé. Luego se agravó con el Corán que ordena a los creyentes cubrir la tierra con la Umma, comunidad de los creyentes en Alá, y perseguir, y en caso de necesidad, hacer la yihad contra los infieles, por antonomasia los judíos, que se resistan a convertirse.  El odio mutuo los lleva a causar al otro el mayor daño posible. El dañado tiene que vengarse, ojo por ojo y diente por diente.  Sin analizar la situación y reconocer todos sus elementos, la violencia entre los dos pueblos, por momentos la guerra, se convierte en una tradición que oculta la realidad y la esencia de la tradición, la religión.  “No son creyentes”, dice mucha gente. Son fundamentalistas que tienen como norma la interpretación que hacen de la literalidad de los textos sagrados. Los fundamentalistas dicen: “Los únicos auténticos creyentes somos nosotros. Los otros son light”. Este no es el único condicionante, pero, en todo caso, la solución de un problema requiere descomponerlo en sus elementos y reconocerlos. Dicen otros: “Los líderes son ateos”. También ellos actúan movidos por la cultura,  la tradición, la fe de sus antepasadas. Cualquier se puede hacer la pregunta: ¿Cuántos lideres mundiales que aconsejan y están interesados en que la convivencia entre los dos pueblos sea pacifica, amistosa han leído el Viejo Testamento y el Corán? 

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