Que no se den tanta importancia porque antes había días y noches, olas del mar que borraban la estela de los barcos, el viento exhalaba secretos gemidos, los abismos rumorosos atrapaban nuestros deseos, y la leña calentaba nuestras chimeneas y lloraba columnas de lágrimas hasta el cielo, y casi seguro que todo ello seguirá después de ellos y ellas. Pese a todo, siguen sin darse cuenta de que su actitud chulesca, ignorante y soberbia, como un soturno río, está depredando los pomos de su estancia, edificio podrido, y siguen jactándose hasta de las leyes que dañan a las víctimas. Una víctima dice: “Si aún me amas, por amor no ames”, citando al poeta. Con su palabrería, eco hueco, brazos de humo que abrazan un cielo inexistente, tienen la esperanza de seguir embaucando a sus ufanos incondicionales, decadencia inefable, hasta que llegue la próxima avalancha, mágico bosque, jardín de cuentos, de mañanas radiantes y tardes serenas.