¿Por qué no se facilita la creación de rebaños de cabras y de ovejas; la de manadas de vaca; la de recuas de caballos, y la de piaras de cerdos que mantengan limpios los montes? ¿Por qué no se convierte la maleza del monte en energía, limpia y renovable que ayudaría a mantener limpio el monte y a crear empleo? El hecho de que nada de esto se haga demuestra que a los políticos no les interesan evitar sino gestionar los incendios y aprovecharse de ellos lo que no quiere decir provocarlos. Mejorar los medios de apagarlos puede afectar su extensión pero no su número. Para combatirlos hay que prevenir sus causas lo que supondría, entre otras cosas, revisar el procedimiento de la promulgación de leyes y el hecho de declarar de interés público la instalación de parques eólicos por empresas privadas sin haber consultado para nada a los afectados. En varios lugares, la geografía de los incendios coincide con la de montes afectados por la instalación o el proyecto de instalación de parques eólicos. Los incendios generan negocios que mueven mucho dinero que crea intereses difíciles de apagar. Los lamentos y los discursos son lágrimas de cocodrilo.