El hecho de que los diputados hablen una lengua común a todos tomando café y luego, en las sesiones del Parlamento, algunos empleen lenguas propias de su grupo y los demás necesiten traducción, es cuando menos sorprendente. Aun admitiendo que el hecho tenga una cierta eficacia simbólica, quizás mínima porque las sesiones parlamentarias no son seguidas por multitudes de telespectadores ni de radioyentes, tal vez se pueda calificar de ridículo. Los escolásticos llaman a esto “multiplicación de entes sin necesidad” que califican de idiotez. La cuestión es aún más curiosa al saber que algunos de los que van a hablar la lengua propia de su grupo utilizan la lengua común a todos como lengua de comunicación en su vida diaria. ¿A qué necesidad urgente (estamos en situación de crisis) responde esta multiplicación de ententes? Las lenguas hacen parte fundamental de una cultura y son vehículo indispensable para su difusión y conservación por eso los responsables deben de hacer todo lo posible por conservarlas, pero no utilizarlas como arma política ni para defender intereses privados