“Pensé: No son desechos humanos sino mondas de patata, escupitajos del destino pegados a una columna o tirados al suelo dejando una estela resbaladiza. Ahí están al sol como las gallinas una mañana de primavera. ¿Tendrán recuerdos, tendrán memoria, guardarán alguna foto de familia, de amigos, o el mundo es como la lluvia que llueve en sus ojos? No esperan el éxito ni temen el fracaso ni les preocupa el mañana`. Un gato y un perro que se frotan cariñosamente contra ellos, ensanchan el circulo de silencio que los rodeaba. Y otra ven pensé: `Son fugaces como los rayos del sol, viven gratuitamente como los lirios del campo. ´Y me pregunté: `¿A qué capricho, descuido, perversión, se deben estos desheredados a quienes no les pertenece lo anterior ni tampoco lo próximo?´ Me acerqué y hablé con uno y me dijo: “Casi nunca pasa nada. Todo lo que hay es esto. No hace falta más nada”. Acababa de llegar de una gran cuidad y nos lo contó esta mañana tomando café.