Una matrona española que trabaja en Nueva Calanda, de vacaciones en España, me dio una lección sobre la capacidad y los recursos de adaptación a una nueva situación. Después, un diputado de la comisión de cultura y deportes del Parlamento me preguntó si me interesaba el deporte. Hago de porte y soy un estudioso del fútbol como fenómeno social. ¿Qué le parece el beso?, le pregunté. El beso es machista y el gesto de macarra, pero lo que está en juego es el poder y el control del dinero del fútbol y del fútbol como herramienta eficacísima de distracción y aturdimiento, confesó. En el último tramo, dos de cada lado, salpicamos el tren de anécdotas que habíamos sufrido y disfrutado y de lo que cada uno había aprendido de los otros en los viajes. Concluimos: El teléfono o un libro podemos abrirlos y consultarlos cuando nos apetezca, pero la ocasión de hablar con la persona que va sentada a nuestro lado en un viaje seguramente no vuelva a dársenos en el resto de nuestra vida. Un viaje puede ser una universidad sobre ruedas