Dice el sabio de la Biblia: “Corta y triste es nuestra vida, y no hay remedio cuando llega el fin del hombre, ni se sabe que nadie haya escapado del Jades. Por acaso hemos venido a la existencia y después de esta vida seremos como si no hubiésemos sido porque humo es nuestro aliento y el pensamiento una centella de nuestro corazón” (Sabiduría, 2, 1-2). Escribió Hölderlin: “Cuando contemplo la vida, ¿qué es lo último de todo? Nada. Cuando me elevo en el espíritu, ¿Qué es lo más elevado de todo? Nada… No os esforcéis por subir a estas alturas, porque aquí arriba o han nada” (Hiperión; I, 9). Kierkegaard: “La relación de la angustia con su objeto es algo que es nada … Es ignorancia, pero no una brutalidad anormal, sino una ignorancia determinada por el espíritu, pero que es angustia precisamente porque es una ignorancia de la nada” (Concepto de la angustia, I, 5). Heidegger pensó: “La nada es la negación de la totalidad de lo ente, lo absolutamente no-ente” (Qué es metafísica). Dice Hierro: “Después de todo, todo ha sido nada,… . Ahora sé que la nada lo era todo, y todo era ceniza de la nada. No queda nada de lo que fue nada. (…). Qué más da que la nada fuera nada si más nada será, después de todo, después de tanto todo para nada” José Hierro, Vida).