Los dos días de San Antonio, a media mañana, los músicos, precedidos de uno de los mayordomos con un manojo de bombas, zigzagueando por todos los recovecos recorrieron el pueblo, dieron la alborada, ruido de música y cantos, auténtico exorcismo, para espantar todos los malos espíritus que puedan rondar ganados y personas y amenazar cosechas. A la 1 del mediodía, procesión, un río de gente, ha bajado por la carretera y subió por la calle central del pueblo, auténtico rito de circunvalación para protegerlo de pestes a personas y ganados y de tormentas a las cosechas y caminantes. San Antonio es el nombre que muchos dan al absolutamente otro, a lo absoluto, y su novela y su fiesta la expresión de su relación con la trascendencia. San Antonio de Loureses no es un espectáculo para nadie, todo el que está o viene es actor, participa de la fiesta. “Hace muchos años que no se veía tanta gente en la procesión. Por la tarde, y el primer día también por la noche después de cenar, baile.