¿A caso no lo es?

Van rumiando lo que ven sin mirar, árboles como columnas de templos subterráneos, nubes que parecen pedazos de templos celestiales, hojas que, desprendidas de algún huerto seco en el cielo, vuelan en el aire,   allá en el horizonte, se dirían árboles de cristal, molinos de viento que lentamente voltean, y, en las huertas, hombres y mujeres que arrebatan a los árboles las manzanas y buscan en el suelo, como el espigador busca entre los rastrojos las espigas dejadas por el segador, las nueces sacudidas por el viento. Todo en esta tarde plácida y soñolienta, les paree una plegaria.  ¿A casi no lo es?, se preguntan.

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