Sánchez concede a los catalanes lo que les concede para lograr un periódico de calma social, para concederles con el tiempo la independencia o para mantenerse en el poder. Si él y sus equipo piensan que con ello van a arreglar el problema catalán son unos ignorantes, tienen mala fe o quieren engañar a todo el resto de los mortales. La amnistía, el referéndum, concesión de competencias, son pasos que refuerzan la posición de fuerza de los nacionalistas independentistas frente al Gobierno de España, pero no aporta nada a la solución del problema sino que lo agrava al retrasar su solución. Los nacionalistas independentistas no pueden estar satisfechos hasta conseguir su ideal: la independencia. Una vez más, atribuyéndoles buena intención, los políticos cogen el rábano por las hojas y se olvidan o dejan de lado las raíces de la cosa. En términos kantianos se diría: se conforman con ver y tratar el fenómeno, pero ignoran por completo “la cosa en sí”. Un tertuliano "alicatado" decía esta mañana: "Ante to, respeto". Nacionalismo y deseo de poder, dos hambres insaciables