Me dijo: Hoy empiezo a releer las novelas “del dictador”: “Tirano Banderas” (1926) de Valle Inclán, “La sombra del caudillo” (1929) de Guzmán, “El Señor presidente” (1946) de Asturias, “Yo el supremo” (1974 de Roa Bastos), “El recurso del método” (1974) de Carpentier, “El otoño del patriarca” (1975) de García Márquez y “La fiesta del Chivo” (2000) de Vargas Llosa. Y continuó: En todas queda clara la hipocresía de la corte de bufones que le rodean, la angustia y el terror a perder los privilegios, la terrible venganza y represión de los opositore. Cada una de ellas es el descenso al infierno de la ambición y la crueldad. Todas son retratos del poder en el sentido más profundo y del alma del dictador. El protagonista es un personaje fanático, cruel, como Minotauro en el laberinto del poder que necesita y le satisface el control de la vida de los otros. Las dos primeras son el origen de la novela sobre dictadores. Las siguientes hacen parte del boom latinoamericano. Seguimos participando de la tertulia del bar.