En las páginas de las obras de Cela resuenan los ecos de Homero, Horacio, Virgilio, La Biblia, Dante, Kempis, San Ignacio, Shakespeare, Quevedo, El Arcipreste, Gracián. No tiene sistema, aunque se podría tildar de determinista, naturalista, existencialista, pesimista y, en un cierto sentido, también biologista. El hombre no vive en el mundo a secas, sino que está en el mundo, es decir vive en un tiempo, un espacio y en un grupo social determinados que configuran su ser. Sus páginas están llenas de pulsiones primitivas, de destrucción manifestada en el fanatismo, en la exclusión de los pobres, del abuso de los poderosos; pero también rebosan de lo que el hombre acorralado puede hacer por sobrevivir: el genio colectivo y el sentido común. Los hombres, sin excepción, todos vienen al mundo desnudos y todos se despiden del mundo embozados en cien bufandas. “Todos hemos conocido ganadores contra viento y marea y perdedores cuya derrota nadie se explicó jamás". La duda que se plantea es “qué es mejor: liarse a cintarazos con la vida o tumbarse a dormir la siesta a la sombra del árbol de la vida”. Se murió hace 20 años ahí siguen Pascual Duarte, Mateo Ruecas, Lázaro Codesal, Benicia, Gaudencio, el enjambre de Colmena y otros mil que dan fe de ello