La noche del amor

Mañana hay que madrugar, para antes de que salga el sol, recoger las hierbas de San Juan con el rocío limpio de la mañana que han de servir para mil remedios durante todo el año. Recuerdo cuando las casas del pueblo echaban vacas, ovejas, cerdos y burros al campo y los habitantes, tirados en el suelo, en un prado de mucha pendiente, daban vueltas sobre su propio cuerpo para empaparse ellos y sus ganados con el rocío de San Juan. Las mozas, al salir de misa, iban a plantar una ramita de sauco en cada una de las cuatro esquinas del sembrado de lino para protegerlo del mal de ojo y de las fechorías de las brujas. Pero antes, esta noche hay que poner fuego al mundo por las cuatro esquinas, arrojar al fuego todos los malos recuerdos y saltar sobre la hoguera pidiendo que todos los buenos deseos se cumplan, y las chicas, antes de ir a cama, han de dejar una jofaina en el alfeizar de la ventana y por la mañana, cada una de ellas verá dibujada en el agua  la  imagen del afortunado que la llevará al altar. La noche de San Juan es la noche del amor.

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