Cuando ya se habían ido y quedábamos solo los del invierno, profundizando los ojuelos de sus mejillas de bobalicón, afirmo: A unos los conozco como a la palma de la mano y a otros los desconozco como a rayos caídos en O Cebreiro. En estos primeros días de verano las tertulias giran casi todas en tono a los recuerdos de personajes famosos, casi todos excéntricos, muy conocidos entre todos aquellos que los conocieron y protagonistas de lacerantes injurias y ultrajantes humillaciones, al tiempo que objeto, cada uno de ellos, de una profunda afección por parte de todos. Nadie se enorgullece de nada a no ser de ser quien es y los abuelos de sus nietos. De o que se habla casi nada tiene importancia a no ser el hecho mismo de hablar, la palabra.