Mucho antes de que Rilke escribiera: “la verdadera patria del hombre es la infancia”, Homero había escrito: “Nada es más dulce que el propio país y los padres, aunque alguien habite un una rica y opulenta morada en extraña región sin estar con los suyos” (Odisea, IX). La infancia está llena de recuerdos de otra naturaleza que los recuerdos de la edad adulta que se convierten para nosotros en sangre, mirada. gesto. Cuando las cosas pasadas y futuras soñadas son el presente, cuando los mendigos son la persona que yo quisiera ser, cuando todo ha pasado y nunca has dejado de desear todo lo que no ha pasado, cuando los muertos no mueren sino que se van de viaje, cuando el mundo que soy yo, está lleno de monstruos y de ángeles, de secretos y certezas, cuando el tiempo no está embargo por triunfo ni el fracaso, cuando aún no ha pasado nada y no falta nada por pasar, cuando la madre tiene la inmensidad detrás y tú la tienes delante a ella. Tal vez por esto el hombre desea volver a su infancia pegada a una patria (chica).