Me lo presentaron ayer y esta mañana tomando café me dijo: Debido al actual estado de cosas, he sentí que me convertía en un gusano, “Metamorfosis”, que rampaba y vivía en las paredes de mi habitación (Kafka, 1915). Mas tarde me cupo un poco de esperanza y me sentí un ingeniero que trabajaba en el proyecto Integral pero, a la larga, no fui más que un número, el D-503, del “Nosotros” que se había tragado a todos los yo (Zamiatin, 1922). Para zafarme del nosotros asfixiante soñé “Un mundo feliz”. Alguien había ha concebido el Ministerio de Propaganda e inventado y generalizado las drogas con lo que se conseguía que los hombres no hicieran nada no pensaran nada, sino que se dejaran hacer sin prohibirles nada (Huxley, 1932). Pero ante aquel mundo sembrado de millones de cadáveres, de hombres como sacos de patatas tirados y pisoteados en las aceras, auténticos guiñapos humanos, me revelé y fui víctima de la rabia que me convirtió en uno de los “Hijos de la ira” (Dámaso, 1944). Y hoy, “1984”, siento que mi rabia e ira no sirvieron para nada porque un poder policial, el Gran Hermano, se está adueñando o ya es dueño de la vida, la conciencia y la bolsa de todos sus súbditos (Orwell, 1949).