Tal vez
Me encanta el deporte, me gusta el tenis, Admiro especialmente a los atletas y a los ciclistas. Algunos deportistas, por ejemplo Rafa Nadal, son un todo armónico lleno de paz y equilibrio y un orgullo para todos sus conciudadanos. Pero detesto la fe en ídolos para suplir la fe en la eternidad, detesto que se superponga a un deportista, que lucha por el triunfo y disfruta de la gloria y de los millones (si los gana), a los científicos, que entierran su vida en la oscuridad y el olvido de un laboratorio ( a veces con un sueldo miserables), y a los hombrees y mujeres que dan la vida, gratis et amore, por los demás. o se la juegan por salvar la suya y la de los suyos y endose lejos atravesando y sorteando toda clase de peligros. Tal vez sean la nostalgia y la necesidad las que propician estos momentos, puentes oscilantes que conecten al hombre consigo mismo, revestidos de eternidad que son como la sonrisa de la primavera que nos arranca de los rigores del invierno, tanto más bien venida cuanto más riguroso ha sido el invierno. Tal vez detrás de esos momentos, revestidos de orgullo tan grande como humilde, de violenta y extraña ternura, se esconda, al menos momentáneamente, la salvación de cada uno.