Mónica García es una de los viejos del Evangelio que tiraba piedras a la prostituta expuesta al escarnio público hasta que Jesús dijo: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” y, como alma que lleva el diablo, uno a uno, hasta el último, se fueron retirando en silencio y con el rabo entre las piernas. Creo que la decidida y arrojada Mónica, para ser creíble en adelante tenía que haber persistido en pedir la dimisión de su adversario e ipso facto presentar la suya.