La víspera
La víspera, los niños volvíamos a casa temprano con el ganado para salir a esperar, hasta la cruz de termino, a los músicos que llegaban con sus instrumentos relucientes a pie o en burro y, desde entonces, pasábamos el tiempo acompañándolos por todos los rincones del pueblo haciendo el pasa calles y mañana entrando a todos los patios dando la alborada, y corriendo por las huertas y sembrados para pescar las cañas de las bombas. Cada casa mantenía y daba posada a un músico todo el tiempo que duraba la fiesta. Después e cenar, un hombre, con un tizón que llevaba de un hogar que hubiera mantenido el fuego nuevo traído de la iglesia de la Vigilia Pascual, acompañado por el pueblo en pleno, prendía fuego al folión. Al pasear por el pueblo, el viajero se daba cuenta de los invitados de cada casa por los burros, en algunos casos caballos, presos a las argollas clavadas en las paredes del patio. Hoy, llega un enorme camión, que desenvuelto ocupa medio campo de la fiesta. A los músicos nadie los ve hasta que se abre el telón. No hay folión y la gente se levanta de la cena para ir a la verbena cuando oye retumbar los cristales a los estallidos del son de la orquesta pasada la media noche. y los invitados llegan en coches que nadie sabe de quienes son. Mañana, algunas casas llevaran sus invitados a comer a un restaurante y en vez de comer cocido y después cordero asado comerán cualquier cosa que figure en la carta. Esta mañana, cuando los tertulianos ya se despedía, uno dijo: "Mi hermano que no volvió al pueblo dese hace cuarenta años, dijo: si no hubiera leído el cartel, hubiera pasado de largo. ¡Como han cambiado las cosas!