Dos feligreses de la diócesis de Tortosa viven la multitudinaria despedida a Francisco De Deltebre a Roma para despedir al Papa

Óscar García y Guillermo Borés
Óscar García y Guillermo Borés

En el funeral que se celebró este pasado sábado para despedir al papa Francisco en la plaza de San Pedro también hubo presencia ebrense

Fue por casualidad, puesto que tanto Óscar García como Guillermo Borés, dos amigos residentes en Deltebre, debían tomar el avión en dirección a Roma para ver con sus ojos la elevación a los altares de quien este domingo ya debía ser santo, el joven Carlo Acutis

La diócesis de Tortosa está bien representada en Roma, opinan; Sergi Gordo, Josep-Lluís Serrano, Javier Vilanova o Jordi Bertomeu. Guerola estaba en el Santuario de Fátima y no pudo ir a las exequias

Con todos ellos se ha fraguado un "profundo aprecio" que sienten fieles como García y Borés; un aspecto que se demostraba de nuevo este fin de semana en Roma, donde se veían para dar el último adiós al Papa,

En el multitudinario funeral que se celebró este pasado sábado para despedir al papa Francisco en la plaza de San Pedro también hubo presencia ebrense.

Y fue, sin embargo, por casualidad, puesto que tanto Óscar García como Guillermo Borés, dos amigos residentes en Deltebre de 51 y 64 años, respectivamente, debían tomar el avión en dirección a Roma para ver con sus ojos la elevación a los altares de quien este domingo ya debía ser santo, el joven Carlo Acutis, a quien una leucemia le acortó la vida en 2006. La muerte del Papa el pasado Lunes de Pascua lo cambió todo.

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“Pero eso no nos echó atrás”, decía este domingo el primero de ellos desde la basílica de Santa María la Mayor mientras hacía dos horas y media de cola para ser uno de los primeros en ver la tumba del Papa de los pobres. Por estar tan acostumbrado a sobrevolar el Mediterráneo para pisar tierras italianas, García admitía no padecer por tener que hacer “un viaje más” cuando un nuevo pontífice retome la agenda de Bergoglio y santifique a quien estos dos peregrinos admiran desde que su párroco, Joan Guerola, les habló de él por primera vez.

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El sacerdote empezó a contar las hazañas de este futuro santo a sus feligreses hace unos años e incluso contactó con la asociación (presidida por la madre de Acutis) que ha defendido su causa de canonización para tener una reliquia de él, y así fue cómo la iglesia de Deltebre recibió un pelo del chico que debía canonizar Francisco. Eso llevó a estos dos amigos a sentir “pasión” por un chico que podría ser su hijo, mientras la vida y las obras milagrosas de Acutis seducían a una población que también cuenta con partes del cuerpo de Teresa de Calcuta y de Juan Pablo II.

La diócesis de Tortosa, bien representada

Guerola estaba en el Santuario de Fátima y no pudo ir a las exequias, “pero su cabeza y su espíritu lo han hecho”, observaba García, gerente de una empresa de automoción. Sí lo hacían, sin embargo, el obispo Sergi Gordo y otros “grandes ejemplos de la cantera de buenos religiosos que han salido de nuestras tierras”, seguía para hablar de Josep-Lluís Serrano, obispo coadjutor de Urgell; Javier Vilanova, obispo auxiliar de Barcelona, o de Jordi Bertomeu, miembro de la Santa Sede y “un amigo del argentino que ha sufrido mucho su pérdida”.

Con todos ellos se ha fraguado un “profundo aprecio” que sienten fieles como García y Borés; un aspecto que se demostraba de nuevo este fin de semana en Roma, donde se veían para dar el último adiós al Papa, con el que son muchos los que tienen alguna anécdota que contar. Como la del obispo de Tortosa, quien, desde las arterias principales del Vaticano, reconocía llevar siempre consigo una vivencia con el pontífice custodiada como una reliquia.

“Vine a ver al Santo Padre con mis primas de Granada y él, lejos de no prestarles demasiado caso, quiso tener unas palabras muy afectuosas y graciosas hacia ellas, sobre todo cuando escuchó su acento andaluz”, recordaba el prelado. Como este, los gestos de cercanía hacia todo el mundo que tuvo del obispo de Roma acabaron provocando que la Ciudad Eterna viera, en este funeral, avalanchas de gente despidiéndole. Incluso de quien iba por otro motivo.

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