El párroco de Azkoitia asegua que "en Gipuzkoa muchos están pidiendo y quieren un nuevo obispo" Félix Azurmendi: "Necesitamos un obispo que tienda puentes, que escuche a todos, no para provocar rupturas"
"Hay una encíclica del papa que dice que todos los pueblos tienen derecho a una vida digna. Pero no, nosotros creemos que lo nuestro es lo único. Nos idolatramos a nosotros mismos"
“Cuando solo se dan respuestas materiales a nuestras necesidades, lo que se produce es un expolio espiritual. Y nos convertimos en esclavos del consumo”
“¿Quienes están haciendo los trabajos que no queremos nosotros?, ¿quiénes cuidan a nuestros mayores? Los vascos hemos emigrado también"
"Se podría decir que hemos sustituido a Dios por el bienestar material y parece que ese es ahora nuestro Dios. En estos últimos años hemos construido muchos mitos e ídolos, pero el mayor mito es el dinero"
“En este momento, creo que estamos muertos. Obispos y sacerdotes. Estamos en un momento de falta de sintonía, falta de unión, cada uno por su lado"
“¿Quienes están haciendo los trabajos que no queremos nosotros?, ¿quiénes cuidan a nuestros mayores? Los vascos hemos emigrado también"
"Se podría decir que hemos sustituido a Dios por el bienestar material y parece que ese es ahora nuestro Dios. En estos últimos años hemos construido muchos mitos e ídolos, pero el mayor mito es el dinero"
“En este momento, creo que estamos muertos. Obispos y sacerdotes. Estamos en un momento de falta de sintonía, falta de unión, cada uno por su lado"
“En este momento, creo que estamos muertos. Obispos y sacerdotes. Estamos en un momento de falta de sintonía, falta de unión, cada uno por su lado"
Es uno de los curas más respetados de San Sebastián. Félix Azurmendi ((Urretxu, Gipuzkoa, 1950) fue vicario general de la diócesis en la época de monseñor Uriarte, pero no por eso perdió sus entrañas de pastor, siempre encarnado y al servicio de su gente. Tras casi 45 años de cura, pasó por todos los puestos, desempeñados siempre en clave de servicio y de una Iglesia samaritana, hija del Vaticano II. Los que lo conocen bien lo definen como “una persona de una categoría humana excepcional, un hombre abierto y proactivo”. Y valiente. Capaz de discrepar públicamente de su obispo, monseñor Munilla,
En una larga entrevista de Mikel Mujika y Javi Colmenero en Noticias de Gipuzkoa, asegura que durante la pandemia “hemos visto que es posible coger tiempo para nosotros” y, ya antes, “las alarmas estaban encendidas: nuestra relación con la naturaleza, nuestro desarrollo, no era sostenible y se veía que lo que estábamos haciendo no era bueno”.
Porque, para muchos, la eonomía tiene que mandar. “¿Pero qué tipo de economía y desarrollo? ¿Vivimos mejor? ¿Tenemos derecho a llevar un estilo de vida así? Hay una encíclica del papa que dice que todos los pueblos tienen derecho a una vida digna. Pero no, nosotros creemos que lo nuestro es lo único. Nos idolatramos a nosotros mismos”.
Porque, como suele decir el Papa Francisco, “cuando solo se dan respuestas materiales a nuestras necesidades, lo que se produce es un expolio espiritual. Y nos convertimos en esclavos del consumo”.
Azurmendi reivindica la solidaridad y la acogida como signos del ser cristiano. “Durante esta pandemia nos han dado más dinero que nunca”. Y sobre los emigrantes se pregunta: “¿Quienes están haciendo los trabajos que no queremos nosotros?, ¿quiénes cuidan a nuestros mayores? Los vascos hemos emigrado también. Pues tendremos que ayudarles al menos a que puedan vivir dignamente en sus países de origen. Si no, van a venir más; no tienen más remedio. ¡Tendrán que vivir también!”
Reconoce el párroco de Azkoitia que la creciente falta de fe tiene que ver con la secularización y con al franquismo. “De alguna forma, la dictadura se ha unido a la Iglesia. En Euskal Herria, no tanto; no ha sido así. La Iglesia vasca ha tenido otra experiencia respecto a la dictadura, pero al final hay un tópico, y cuando se han soltado las ataduras, pues todo fuera. Es decir, después del franquismo había que renovarlo todo y, en eso, se ha puesto todo patas arriba, que yo creo que es otro error, porque para renovar lo anterior no hace falta romper todo”.
Y es que, a su juicio, “se podría decir que hemos sustituido a Dios por el bienestar material y parece que ese es ahora nuestro Dios. En estos últimos años hemos construido muchos mitos e ídolos, pero el mayor mito es el dinero. Y luego, tenemos que reconocerlo, hemos dado una imagen mala de Dios”.
¿Por qué? “Porque, antes del Concilio (Concilio Vaticano II convocado por el papa Juan XXIII en 1959), la imagen de Dios era de algo que daba miedo. ¡Vais a ir al infierno! Ya son muchos años que no damos esa imagen de Dios, al menos nosotros, pero no se borra tan fácilmente”.
Los periodistas que le entrevistan le preguntan sobre la situación actual de la fe en Gipuzkoa y ésta es la contestación de Félix Azurmendi: “En este momento, creo que estamos muertos. Obispos y sacerdotes. Estamos en un momento de falta de sintonía, falta de unión, cada uno por su lado. Y claro, en un momento así€ Es decir, tenemos una gran suerte, un papa renovador, que nos insufla ánimos, nos da fuerza, pero luego los obispos y sacerdotes de aquí no le hacen caso, en mi opinión. Mencionarlo sí, pero hacerle caso y ser renovadores, no. Hay nieve en la cima, pero no llega a abajo”.
Tampoco ayuda en el renacer religiosa, la situación del clero: “Los sacerdotes que somos justo de después del Concilio decíamos que teníamos que ser como la gente, que somos del pueblo. Nosotros nos quitábamos el hábito y ahora, sin embargo, lo que vemos son curas que van con el hábito y el alzacuellos a todas partes para diferenciarse de la gente. Nuestra característica, nuestra diferenciación, tendría que ser el trabajo pastoral, no la imagen. Ahora se está marcando distancia también con liturgias de antes del Concilio. La Iglesia debe estar al servicio del pueblo. Pero si crees que el pueblo, la sociedad, es culpable, que está equivocada... y que solo nosotros tenemos la verdad y les tenemos que enseñar, pues te conviertes en una Iglesia impositora. Y dejas de mirar al pueblo con rostro amable y lo haces como un enemigo. Y eso no puede ser. Para ser un gueto, no merece la pena. Prefiero una Iglesia con heridas, que una Iglesia encerrada, autorreferencial”.
A todo eso hay que añadir la ruptura casi total de la felgresía y de gran parte del clero con el propio obispo de San Sebastián, monseñor Munilla, contra el que Félix Azurmendi siempre fue muy crítico dentro del respeto a la autoridad. “Aquí muchos decimos que si hubiese otro obispo... Otros estarán muy contentos con este, ¡ojo!, no digo que no; pero en Gipuzkoa muchos están pidiendo y quieren un nuevo obispo y eso está bien, pero hay que tener claro que con que se vaya uno, no lo va a arreglar todo. De igual modo te digo que ni un papa va a reformar la Iglesia. No es posible. Todos tenemos responsabilidad en esto. Los puentes ahora mismo están rotos; necesitamos un obispo que tienda puentes, que escuche a todos, que recoja todo, no para provocar rupturas. Esa es mi opinión. Pero en este momento es lo que tenemos”.
Por último, asegura que se siente un renovador (“para volver a lo de antes, yo no soy cura”) y apoya en todo la primavera del Papa Francisco, incluidas sus última sdeclaraciones sobre las uniones gays: “A mí me parece muy bien, porque la sociedad le tiene que dar estabilidad a una situación normal hoy en día. ¿Que están esperando algunos? ¿Que diga lo contrario? La homosexualidad y las uniones homosexuales están ahí y hay que darles cauce. Eso es una sociedad, un modo de vida ordenado, regulado. No va a decir que eso sea un matrimonio, pero lo que ha dicho me parece muy sensato”.