Entrevista con el obispo electo de San Sebastián Fernando Prado: "Sueño con una Iglesia al servicio del Evangelio y de la sociedad, muy cerca de los que más sufren, sin dejar de atender a todos"
"Quisiera ser, diría que un obispo misionero, de alguna manera, al estilo del fundador de mi congregación, San Antonio María Claret, que fue un obispo misionero que quiso vivir siempre con humildad al servicio de lo que la realidad le iba exigiendo (...).. Un obispo al servicio de la Iglesia y del reino, cercano a la gente y, sobre todo, a la gente que más lo necesita"
"Lo primero que pensé fue en la inconsciencia del Papa. Cuando meses antes corrían por ahí rumores, le dije a alguien que yo no era “ave para esos altos vuelos” y me fui olvidando del asunto. De repente, al recibir la llamada del nuncio, el pasado día 17 de octubre, pensé que había una gran desproporción entre lo que me pedían y mi capacidad de respuesta"
"El gran desafío es la Evangelización y la transmisión de la fe. El camino a recorrer, a mi juicio, el del testimonio. Hacer creíble el Evangelio con una vida cristiana que llame la atención por su calidad evangélica. O, lo que es lo mismo, que podamos sostener con nuestra vida lo que queremos predicar de palabra"
"El gran desafío es la Evangelización y la transmisión de la fe. El camino a recorrer, a mi juicio, el del testimonio. Hacer creíble el Evangelio con una vida cristiana que llame la atención por su calidad evangélica. O, lo que es lo mismo, que podamos sostener con nuestra vida lo que queremos predicar de palabra"
En esta entrevista, la primera que concede desde su nombramiento, Prado asegura que "quisiera ser un obispo al servicio de la Iglesia y del reino, cercano a la gente y, sobre todo, a la gente que más lo necesita". No lo tendrá fácil, pero cuenta con una ventaja: acude a la que fue 'su primer amor'. "Voy a un lugar conocido. Me sentiré muy a gusto entre la gente. Los conozco y son muy fáciles de querer. A ese pueblo lo siento como un don y un regalo del Señor que me va a ayudar a ser obispo", sostiene.
¿Cuándo supiste de tu nombramiento?
Lo primero que pensé fue en la inconsciencia del Papa. Cuando meses antes corrían por ahí rumores, le dije a alguien que yo no era “ave para esos altos vuelos” y me fui olvidando del asunto. De repente, al recibir la llamada del nuncio, el pasado día 17 de octubre, pensé que había una gran desproporción entre lo que me pedían y mi capacidad de respuesta. El mensaje del Nuncio no era una petición de opinión, sino la comunicación de la noticia de que “El Santo padre le ha nombrado obispo de San Sebastián…”.
¿Qué pasó por tu cabeza?
Era una decisión que había que tomar en obediencia. Y así, desde no cierta dosis también de inconsciencia por mi parte, después de rezar y de sopesarlo con mi director espiritual, acepté y envié una carta de aceptación al Santo Padre, tal y como me había pedido el Nuncio. Más allá de mis miedos y de mi propia comodidad personal, no había ninguna razón evangélica de peso para decir que no podía aceptar. Así que dije sí. Sé que esto es algo que pertenece a eso que llaman “el misterio de las mediaciones”. Decimos que el Señor ha querido, pero es algo más humano.
Sé que ha habido un largo y serio discernimiento antes de la propuesta, en el que han intervenido muchos factores y muchas personas. Después, el Papa firma y hace la propuesta. De Roma viene lo que a Roma va. Quizá el Papa, que me conoce, valoró en última instancia con más elementos de juicio esta decisión antes de tomarla. Pero eso ya, uno nunca sabe. Todo esto de los nombramientos, es un misterio más profundo y más difícil de comprender que —permíteme la expresión— el misterio de la Santísima Trinidad.
¿Qué supone, para un religioso, ser nombrado obispo? ¿Qué obispo quisieras ser?
Supone comenzar una nueva etapa bien distinta en el camino de la vida. Siempre he querido vivir mi vida tratando de responder a la voluntad de Dios que —para los religiosos— viene mediada por el discernimiento y por la figura de nuestros superiores. Así, un nombramiento de estos no es más que un paso más en la vida cristiana. En cierto sentido, hay una desapropiación, pero estoy convencido de que no me pertenezco y quiero vivir volcado en la misión de anunciar un Evangelio que no es mío, sino de aquellos que lo esperan. Quisiera que mi vida sea de aquellos que esperan el Evangelio.
Por eso, respecto a qué tipo de obispo quisiera ser, diría que un obispo misionero, de alguna manera, al estilo del fundador de mi congregación, San Antonio María Claret, que fue un obispo misionero que quiso vivir siempre con humildad al servicio de lo que la realidad le iba exigiendo y que decía que “mi espíritu es para todo el mundo”, o cosas así como que “haré con otros lo que solo no puedo”. Un obispo al servicio de la Iglesia y del reino, cercano a la gente y, sobre todo, a la gente que más lo necesita.
Vuelves a San Sebastián. ¿Cómo es la diócesis donostiarra?
Una diócesis que se enmarca en el ambiente en el que viven las demás iglesias europeas, afectada por los mismos desafíos y que está en un proceso grande de cambio, en medio de un ambiente de fuerte secularización en el que la Evangelización y la transmisión de la fe a las nuevas generaciones es su mayor desafío.
Tiene, por otra parte, su idiosincrasia propia. Yo destacaría de los gipuzkoanos su buen talante, su nobleza absoluta y, a la vez, su espíritu crítico. Ingredientes que van a ayudar a afrontar los desafíos de manera seria y con un espíritu muy bueno. Voy a un lugar conocido. Me sentiré muy a gusto entre la gente. Los conozco y son muy fáciles de querer. A ese pueblo lo siento como un don y un regalo del Señor que me va a ayudar a ser obispo. ¿Cómo no los voy a querer, con todo lo que me han dado? Para mí, volver a San Sebastián es como volver al amor primero. Dios se manifiesta ahí de una manera especial, con mucha fuerza, con mucha vida.
¿Qué dificultades esperas encontrar? ¿Cuáles son tus retos?
Como te he dicho antes, las mismas dificultades de todas las iglesias hermanas del resto del país y de Europa. El gran desafío es la Evangelización y la transmisión de la fe. El camino a recorrer, a mi juicio, el del testimonio. Hacer creíble el Evangelio con una vida cristiana que llame la atención por su calidad evangélica. O, lo que es lo mismo, que podamos sostener con nuestra vida lo que queremos predicar de palabra.
Además de religioso, eres periodista. Dame un titular sobre la situación de la Iglesia en España, hoy
No soy capaz de hacer ahora un análisis tan profundo en un mero titular. Creo que a golpe de titulares o tuits simplificamos mucho una realidad que es muy compleja. No quiero estropear la verdad con un mal titular. De momento, no me atrevo a hacerlo.
¿Cómo es la Iglesia que sueña Fernando Prado?
Sueño con una Iglesia al servicio del Evangelio y de la sociedad, en la que los cristianos, desde una vida sencilla pero profunda y realmente evangélica, nos sintamos bien en nuestra propia piel como creyentes, en medio de una sociedad que nos está pidiendo a gritos, como aquellos griegos que decían a Felipe en vísperas de la Pascua: “Queremos ver a Jesús”. Se lo tenemos que anunciar y mostrar con nuestra vida. Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra. Como último apunte diría que todo esto está en estar muy cerca de los que más sufren, sin dejar de atender a todos, como lo haría una madre. Y la Iglesia es y tiene que ser para la sociedad y para todos como una madre. Como una madre que sabe de esperar, de curar, de sanar, de acoger, de ternura.
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