Osoro invita a “aprovechar esta oportunidad única de la Red, para vivir lo concreto de nuestra fe” Paul Tighe pide a ser “buenos samaritanos” en la Red, con “la gramática de la sencillez” y sin esconderse detrás de conceptos teológicos
Monseñor Tighe recomienda “empaparnos de la cultura digital, entender sus lenguajes e intentar mantener una presencia armoniosa en la Red"
“En la red, no hablamos y los demás escuchan, la Red no funciona así. En ella, hay que llamar la atención de las personas, con un lenguaje coloquial y participativo, escuchando sus preguntas y asumiendo sus preocupaciones vitales”
En el mundo anglosajón se critica a la Iglesia sobre todo por sus posturas en el ámbito de la moralidad y de la sexualidad, asi como por los abusos sexuales del clero. En cambio, en el mundo latino, se la pone en solfa por el poder y las riquezas
Se trata de aplicar al mundo digital lo que Paul Tighe llama “el filtro kerigmático de San Pablo”, es decir preguntarse qué hay de bueno en esta cultura. Y, para eso, es esencial saber escuchar
En el mundo anglosajón se critica a la Iglesia sobre todo por sus posturas en el ámbito de la moralidad y de la sexualidad, asi como por los abusos sexuales del clero. En cambio, en el mundo latino, se la pone en solfa por el poder y las riquezas
Se trata de aplicar al mundo digital lo que Paul Tighe llama “el filtro kerigmático de San Pablo”, es decir preguntarse qué hay de bueno en esta cultura. Y, para eso, es esencial saber escuchar
El secretario del Pontificio Consejo de la Cultura, Paul Tighe clausuró, junto al cardenal Osoro, las IV Jornadas de actualización pastoral para sacerdotes 'Evangelizar en la era digital' de la Universidad madrileña de San Dámaso. Y el curial vaticano aprovechó para ofrecer una aproximación positiva al mundo digital y par ainvitar a acercanos a él como "buenos samaritanos", con “la gramática de la sencillez” y sin esconderse detrás de conceptos teológicos.
En una conferencia online, titulada 'Compartir la Buena Noticia en la cultura digital', monseñor Tighe dejó claro que sabe de lo que habla. No en vano, antes de acceder al cargo de secretario adjunto del Pontificio Consejo de la Cultura, trabajó en el servicio de comunicación de la Santa Sede y fue uno de los que montó el Twitter del Papa Benedicto XVI, cuando la Iglesia se asomaba tímidamente a las nuevas tecnologías de la comunicación.
Y se le nota, sobre todo, en la forma que tiene de abordar el universo de las nuevas tecnologías desde lo positivo. Muchos eclesiásticos condenan este universo que, por ser novedoso y diferente, no dominan. Y otros a acceden a él, para conquistarlo, para convertirlo en un instrumento más y seguir comunicando a través de él como antes: de arriba a abajo.
Para Tighe, el mundo digital, “que ya era importante antes, alcanzó una importancia mayor con la pandemia” y es un universo “que comunica de manera diferente”, porque “no existe un mundo digital y otro real, porque lo digital es donde la persona vive”.
Por eso, para estar presentes en él recomienda “empaparnos de la cultura digital, entender sus lenguajes e intentar mantener una presencia armoniosa en la Red”. ¿Cómo? Sobre todo, escuchando a las personas y aportando palabras de ánimo y de apoyo. Como “buenos samaritanos”, difundiendo lo que creemos y contagiándolo “por atracción y no por proselitismo”.
Para eso, a juicio de monseñor Tighe, hay que cambiar el lenguaje y la manera de interactuar. “En la red, no hablamos y los demás escuchan, la Red no funciona así. En ella, hay que llamar la atención de las personas, con un lenguaje coloquial y participativo, escuchando sus preguntas y asumiendo sus preocupaciones vitales”.
De ahí la importancia de hablar no sólo con palabras, sino también con signos y símbolos, es decir “con la gramática de la sencillez” y “sin esconderse detrás de concepto teológicos”, para que la gente nos entienda.
Para el secretario de cultura del Vaticano, el mundo digital tiene sus peligros, pero también aporta enorme posibilidades. Y lo que tenemos que hacer es “resaltar la bueno” y poner en funcionamiento la “cultura del encuentro”, aprovechando “el deseo de conectividad que hay en la gente, que está en búsqueda y que quiere compartir”.
Se trata de aplicar al mundo digital lo que Paul Tighe llama “el filtro kerigmático de San Pablo”, es decir preguntarse qué hay de bueno en esta cultura. Y, para eso, es esencial saber escuchar. Eso fue lo que él hizo en los inicios del Twitter papal, para entender por qué, a veces, la gente era tan negativa en sus comentarios.
Y, al hacerlo, descubrió “cómo es percibida la Iglesia por la gente, asi como “las diferencias de percepción eclesial en las distintas partes del mundo”. Así, en el mundo anglosajón se critica a la Iglesia sobre todo por sus posturas en el ámbito de la moralidad y de la sexualidad, asi como por los abusos sexuales del clero. En cambio, en el mundo latino, se la pone en solfa por el poder y las riquezas.
De ahí que sea muy importante estar presente en el mundo digital, pero sobre todo “estar en él de una forma positiva”. Y, si como dicen algunos, no se debería participar en un medio tan negativo y crítico con la Iglesia, “estaríamos dejando el campo libre a los trolls”.
Otro auténtico reto para la presencia positiva de la Iglesia en el mundo digital es el lenguaje que, en las redes, es “atrevido, inmediato y más emocional que racional”. La solución, para la Iglesia, es “expresar nuestras verdades en un lenguaje más adaptado a este mundo”. Por ejemplo, si durante la Covid, la gente me pedía una oración, en vez de contestarle con una oración escrita, “lo que hacía era ir a la iglesia, encender una vela y mandarle una foto”, explicaba.
Al final de la exposición de Paul Tighe, intervino el cardenal Osoro, para clausurar las Jornadas, e invitó a “no permanecer como espectadores externos ante el mundo digital”. Porque “el mundo digital requiere capacidad de ir más allá, donde nadie va, ir a ver; y eso exige apertura, pasión y valentía”.
Con esas condiciones, “la Red multiplica nuestras capacidades, porque nos ayuda a ver mucho más en este universo, al que tenemos que ir con nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad”. Es decir, “aprovechar esta oportunidad única de la Red, para vivir lo concreto de nuestra fe: las obras de misericordia con 'la carne de Cristo'”.
Porque, como concluyó el cardenal, “las redes nos ayudan a no olvidarse de nadie y a globalizar la cultura del encuentro”.