Raúl Berzosa regresa a sus orígenes: Vuelve de capellán de monjas de clausura a Aranda de Duero
Vuelve a su pueblo, a Aranda de Duero, donde pasó su infancia, hasta entrar en el seminario. Y regresa con la mitra bajo el brazo
El prelado burgalés solo podría reincorporarse al ejercicio episcopal activo, si el Papa en persona se lo concede
En la capital se le sometió a una terapia psicológica y, tras finalizar la asistencia psicológica, Berzosa fue enviado a la diócesis de Málaga
¿Tanto misterio, tanta itinerancia y tan poca transparencia para qué? Sus diocesanos siguen sin saber por qué lo echaron de Ciudad Rodrigo
"Don Cecilio Raúl Berzosa Martínez, obispo emérito de la diócesis de Ciudad Rodrigo, va a fijar su residencia definitiva en nuestra archidiócesis de Burgos, en la zona de Aranda de Duero". Así comienza el breve comunicado que el vicario general, Carlos Izquierdo Yusta, envió ayer a todos los curas de la archidiócesis. La nota sólo añade dos detalles más, pero significativos. El comunicado advierte de que "su actividad pastoral será discreta". Tan discreta que su principal ocupación será la capellanía de las monjas benedictinas de su pueblo.
Vuelve a su pueblo, a Aranda de Duero, donde pasó su infancia, hasta entrar en el seminario. Y regresa con la mitra bajo el brazo. Porque Don Raúl no será obispo auxiliar del arzobispo Iceta, sino un prelado emérito y jubilado a la fuerza antes de tiempo, a sus 66 años.
Monseñor Berzosa va vivir en Aranda con su hermano, director de la cadena SER en la zona, y a la espera de que monseñor Iceta le haga, de vez en cuando, alguna encomienda pastoral, que podría consistir en realizar algunas confirmaciones o dar ejercicios espirituales en alguno de los conventos que proliferan en Burgos, una de las diócesis de España con más cenobios de vida contemplativa.
Ni siquiera será párroco en una parroquia burgalesa y, por lo que dice la nota, llevará una vida casi escondida, al estilo del otro emérito, que también reside en Burgos: Ramón del Hoyo. Y muy lejos de la actividad que desarrolla el otro emérito que permanece en la capital castellana, Fidel Herráez, que mantiene la actividad pastoral, como vicario de la vida consagrada de la archidiócesis. En cualquier caso, monseñor Iceta se está convirtiendo en el nuevo Cañizares, que, en su tiempo de titular de Valencia, se dedicó a recoger en su archidiócesis a numerosos obispos 'tocados'.
Ese será su destino, al menos por ahora, porque el prelado burgalés solo podría reincorporarse al ejercicio episcopal activo, si el Papa en persona se lo concede. Algo improbable, porque Francisco nunca lo ha recibido personalmente desde que, hace 6 años, tuvo que abandonar la diócesis de Ciudad Rodrigo, sin que se sepa por qué razones y sin dar explicación alguna a sus diocesanos, en un ejercicio nada sinodal y absolutamente opaco.
Desde entonces, estuvo primero recluido seis meses en la abadía francesa de d'en Calcat (en el sur de Francia), para después desplazarse a Bogotá, donde también estuvo seis meses, bajo la protección del cardenal Salazar. De allí volvió a Roma, al colegio español de Montserrat, donde permaneció casi un año, para volver a cruzar el charco, esta vez con destino a República Dominicana.
Allí estuvo tres años y, cuando parecía que se avizoraba su rehabilitación con el nombramiento de vicario zonal de Santo Domingo Oeste por parte del arzobispo Ozoria, titular de la archidiócesis, a las pocas semanas se le retiró el nombramiento y, al poco tiempo, se le hizo volver a Madrid.
En la capital se le sometió a una terapia psicológica y, tras finalizar la asistencia psicológica, Berzosa fue enviado a la diócesis de Málaga, donde vivió en la misma residencia de otros dos obispos jubilados: el emérito de navarra, monseñor Pérez, y el emérito de Málaga, monseñor Buxarrais, mientras echaba una mano en la parroquia que regenta el director de medios de la diócesis andaluza, Pérez Pallarés.
Por la archidiócesis de Valladolid corrió el rumor de que su titular, monseñor Argüello, le iba a reclamar para convertirlo en su obispo auxiliar, pero en Roma desactivaron la iniciativa, para devolver a Berzosa al dique seco.
¿Tanto misterio, tanta itinerancia y tan poca transparencia para qué? Sus diocesanos siguen sin saber por qué lo echaron de Ciudad Rodrigo y el misterio en torno a un obispo, que despuntaba y se quedó en nada, sigue abierto. Pero, ahora, definitivamente apartado y aparcado en su pueblo.