Gil Tamayo: "No es moral quien se aprovecha de las contrariedades para intereses políticos o para la imposición ideológica" Sanz Montes arremete contra quienes "mercadean con los muertos" durante el funeral por las víctimas del coronavirus
El obispo de Ávila: "Esta crisis exige respuestas. Nos tiene que cambiar el corazón, nuestras costumbres, la manera de plantearnos las grandes cuestiones"
El arzobispo de Oviedo lamenta "la batalla de cifras" que hace de los fallecidos "un arma arrojadiza"
"Es triste mercadear con los muertos, mirando sólo la rentabilidad interesada del poder o el cálculo ante unas urnas vacías". El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, utilizó la homilía de la misa por los fallecidos durante la epidemia del coronavirus para arremeter contra "la batalla de cifras de quienes censuran el número de fallecidos o de quienes hacen de este cómputo un arma arrojadiza".
"Nosotros estamos hoy para otra cosa, y en la casa de Dios no cabe otro homenaje ante la muerte de un ser querido que el que siempre hacemos los cristianos: rezar a Dios pidiendo la salvación eterna, poner unas flores que expresen la gratitud por tanto recibido de ellos durante la vida, y avivar el recuerdo de sus palabras y ejemplos que han sembrado en nosotros la sabiduría", glosó Sanz Montes.
De cara al futuro, el prelado invitó a "seguir construyendo cada día nuestra historia inacabada –afirmó Mons. Jesús Sanz– poniendo lo mejor de nosotros mismos, siendo responsables en lo personal y en lo comunitario, para favorecer que se pueda superar cuanto antes esta difícil prueba que se empeña en rebrotar", al tiempo que brindó "nuestra colaboración responsable como Iglesia" a los poderes públicos.
Gil Tamayo: "Pedimos perdón a nuestros mayores"
Por su parte, el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, el obispo español que más tiempo permaneció ingresado por coronavirus (30 días), presidió un "homenaje público y un acto de caridad cristiana" por los muertos abulenses del Covid-19.
En una ceremonia presidida en la catedral, Gil Tamayo habló especialmente del dolor de los familiares. “Queridas familias, habéis sufrido no sólo el desgarro de la muerte, de ser arrebatado alguien de vuestra carne y sangre. Sino que lo habéis sufrido además sin haber podido acompañarles en ese momento final de la vida, cuando más necesitamos y experimentamos nuestra dependencia de Dios y de los demás. Sin el auxilio de vuestras caricias, de vuestra cercanía”.
El obispo de Ávila quiso agradecer a "tantas personas magníficas, anónimas muchas de ellas, que nos han ayudado, nos han curado, nos han cuidado", al tiempo que quiso "pedir perdón a nuestros mayores". “Que nuestros mayores, en este día, se sientan especialmente acogidos con el própósito de que os trataremos mejor. Les pedimos perdón. Haremos lo posible por quererlos más, y por agradecerlos más”.
Pese al dolor, el obispo de Ávila insistió en que "Dios no se ha ido. Está a nuestro lado. Lo percibimos y nos damos cuenta en tanta gente buena, que ha arrimado el hombro, que ha mostrado su cariño", aunque a veces no se sienta. En cuanto al futuro, subrayó que la pandemia "nos tiene que cambiar a nosotros. Esta crisis exige respuestas. Nos tiene que cambiar el corazón, nuestras costumbres, la manera de plantearnos las grandes cuestiones. Nos podemos ir en cualquier momento. Somos absolutamente dependientes de Dios y de los demás. Vivimos en una debilidad, ¡y cómo lo hemos experimentado algunos!".
Unidad frente a la dificultad
“Esta crisis tiene que reordenar nuestro disco personal de preferencias. Tiene que poner en primer lugar el bien común, de servicio público. Ahora se le llama el interés general. Pero ese interés general no debe ser en ningún caso partidista. No es moral quien se aprovecha de las contrariedades para intereses políticos o para la imposición ideológica. Ahora toda el esfuerzo común por la vida, por salvaguardar la vida. Preservar mejor calidad sanitaria, superar las desigualdades territoriales que existen en la dotación de medios para hacer frente cuando llegue una pandemia de este tipo”, añadió.
"Esta crisis tiene que hacernos mejores personas, mejor sociedad, mejores cristianos. Esto no es sólo un pasado que hemos superado, sino un presente que seguimos teniendo como lucha y como esfuerzo, con la prudencia y la responsabilidad necesaria, con un sentido social de protección personal, pero también de protección de los demás, siguiendo las indicaciones que nos dan las autoridades”, culminó el prelado, quien se mostró inquieto de cara al futuro, "donde los indicadores nos hablan de carencias, de desempleo. Se nos abre el corazón cuando vemos los restaurantes cerrados, los bares, la disminución de visitantes a Ávila. Y detrás de ello habrá pobreza”. Frente a ello, "tenemos que ser una piña, tenemos que estar unidos. No podemos tirar cada uno por un lado a reivindicar sus derechos o sus intereses. Esto sólo podemos vencerlo juntos”.