"Fátima padece una mutación del gen adnp, catalogada dentro de esas enfermedades raras" La 'desnudez' humana se reviste de amor y verdad en la primera comunión de Fátima

Recién terminado junio, dedicado al Corazón de Jesús, iniciamos en la comunidad de Sierra de Fuentes (Cáceres) el mes de julio, donde el corazón de Cristo sigue estando presente, latiendo la invitación de Jesús en la festividad pasada de Santo Tomás Apóstol: “Ven trae tu mano y métela en mi costado”.  No hay mayor regalo espiritual para cada uno de nosotros, y que experimentamos en cada oración, o con la celebración de la Eucaristía de este día 6 de Julio de 2024.

12 eran las tribus de Israel, 12 los profetas menores del Antiguo Testamento, 12 son los Apóstoles, 12 las puertas de la Nueva Jerusalén, 12 eran los frutos del árbol de la vida (Ap 22,2) y 12 son los componentes de esta familia “Los Marina”. Apiñados como balas de cañón, acompañaban todos a su hija y hermana para que recibiera por primera vez a Jesús.  A veces uno no entiende la vida, pero si los deseos que en ella se tramitaron. Y en esta familia hay muchos deseos en voz alta que resuenan Amor. Frente a cualquier complejidad vulnerable humanamente hablando, este amor a Cristo, a su Misericordia y a la Iglesia, fertilizan cualquier surco vital o reinventan para nosotros la alegría del Evangelio en medio de la enfermedad.

En el Evangelio de este domingo se le preguntaba a Jesús: ¿Con qué autoridad haces esto? La autoridad de Jesús siempre se circunscribe desde la senda de dos banderas:  LA VERDAD Y EL AMOR. Vivir es desplazarte alrededor de ti, y es ahí donde la autoridad de Jesús hace de ti el mejor verano.

LA VERDAD de saber que dice la verdad y vive en la verdad. Al vivir desde aquí la vida de Jesús no añade ni quita nada. En un mundo como el nuestro de relativismo y postverdad; la verdad no es una frase, una filosofía, sino es Cristo mismo en persona.

EL AMOR. Cristo quiere a las personas, porque les importa y quiere hacerlas vivir. El amor de Cristo no tiene límites. Al igual que el amor de una madre como Choni que celebra la misa de su esposo y su hija María Luisa fallecida de cáncer, o el amor de estos padres María José y Marcos que este sábado acompañados con sus 11 hijos, abrigaban en el día de su primera comunión a Fátima. 

Esta niña padece una mutación del gen adnp, catalogada dentro de esas enfermedades raras. Pero lo que no sabemos muchas veces, es que el miedo esconde un oleaje de Fe, que golpea con fuerza como las olas sobre las rocas, levantando sobre nuestra casa humana y eclesial un idioma que se escribe sobre la arena de la playa de nuestros corazones con tres palabras: Esperanza, Amor y Verdad.

Son esos días de verano, donde la caricia de Dios sopla como viento fresco sobre los llanos de nuestro pueblo. Fátima! Aunque tú no te enteres por tu enfermedad, “DIOS SI SE ENTERA”. Y apoyada por el amor y la fe de tu familia, han hecho posible que selles tu amistad con Él, con la Sangre de Cristo derramada sobre tus labios.

Esa niña llamada Fátima (que recibía por primera vez a Jesús sin ser consciente) y María Luisa (fallecida en plena juventud hace ya un tiempo) son “corazones limpios”. Son esos días en que aparentemente no pasa nada, y pasa todo en un pueblo que nace mirando al llano. Pasa la Vida, la Esperanza…. Es entonces, cuando bajo el frescor de una fe que sosiega el calor de cualquier “desnudez” vital (de enfermedad, y muerte prematura) hace que se revista de Amor y Verdad.

  Ha sucedido tan sin tregua (¡Luis, puede mi hija recibir por primera vez a Jesús en Sierra de Fuentes!), que todo lo que te empuja te detiene, para contemplar una vez más como existir desde Dios es incesante, y nos hace vivir al descubierto, como lo hacen el rescoldo de esas hogueras recientes de San Juan por los pueblos de nuestra Extremadura.

Lo que no se anuncia se pierde para siempre. Anunciemos el amor y la misericordia de Dios. Delirio de un Espíritu que no podrás esquivar o guardar en secreto. Dentro del verano, salió Tu Voz. Un Voz que vuelve a exclamar: “Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía”. Esbelto amor el de Dios, desde el cual aprender, sellando esas certezas que calman estas noches estivales.