La diócesis de Valladolid admite cinco casos de abusos en los últimos tres años Argüello, sobre los abusos: "Lo mismo hay menos casos de los que mediáticamente aparecen"

"Lo mismo hay menos casos de los que mediáticamente aparecen. O no hay tantos o hay cifras ocultas, que no ocultadas". El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, respondía de este modo a los datos presentados por el Servicio de Atención a Víctimas de Abusos de la diócesis, que en los últimos tres años ha reconocido cinco casos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia. 

En todo caso, ha aclarado, se trata de casos que afectan a sacerdotes de la diócesis y no a otro tipo de religiosos o vinculados a labores eclesiásticas. Según los datos, todos ellos han prescrito: uno de ellos tuvo como protagonista en los años sesenta a un presbítero fallecido; otro pertenecía a un sacerdote de una diócesis diferente aunque la denuncia partió de Valladolid; uno más está en manos de la Santa Sede, y los dos restantes en el seno de la archidiócesis.

No se incluye, por haberse producido hace más de tres años, el caso del cura de una parroquia de la capital, ya juzgado y por el que está cumpliendo pena el sacerdote implicado.

Más allá de la denuncia y acompañamiento de las víctimas de abusos, el arzobispo de Valladolid ha anunciado la puesta en marcha de un proyecto que va "más allá" de la oficina de Atención, consistente en la prevención, detección y actuación frente a los abusos sexuales y otras formas de violencia ejercida sobre los menores de edad y personas vulnerables.

Afectividad y sexualidad en convulsión

No sólo se circunscribirá a los sacerdotes, como hasta ahora hacía el SAVA, sino que se extenderá a cualquier actividad de ámbito eclesial para combatir la violencia física y psicológica en otros como el escolar, ocio o deportivo.

"Todo lo relativo a la afectividad y sexualidad se encuentra en un momento de convulsión que, además de noticias en los medios, exige la urgente necesidad de una verdadera formación", ha concluido Argüello no sin recordar que cualquier actuación o iniciativa debe regir bajo las premisas de "verdad, justicia y perdón".

Por otro lado, Argüello ha criticado la actitud "hipócrita y puritana" de una sociedad que sólo afronta el problema "cuando se conoce", y ha advertido del riesgo que representa la Inteligencia Artificial (IA) en situaciones de violencia sexual contra menores y vulnerables.

Al referirse a la "Generación Porno" que define a la sociedad actual, con un término extraído del ámbito sociológico, Argüello ha recordado que las páginas de pornografía "son las más visitadas en internet", a las que llega los niños "porque se les pone un teléfono móvil en la mesa, en la mano o en el bolsillo", ha añadido.

Una sociedad "moralmente libertina e hipócrita"

"Pero sólo nos llevamos las manos a la cabeza cuando se conoce alguna situación", ha lamentado con varios ejemplos recientes conocidos a través de los medios de información donde las nuevas tecnologías, uno de ellos la IA, ha sido elemento protagonista.

Ello demuestra, en su opinión, que nos encontramos en medio de una sociedad "moralmente libertina e hipócrita", y que se manifiesta en forma de "escándalo puritano" antes tales comportamientos de la libertad humana que, como cualquier otros, "tiene siempre una repercusión o cualificación moral".

De ahí la necesidad de una educación ética o moral para evitar, en la medida de lo posible, la gran distancia que a su juicio media entre el vertiginoso avance de las nuevas tecnologías y la evolución, mucho más lenta, "de la madurez psicológica y efectiva de las personas", a un ritmo "que es el mismo de la Edad Media", ha dicho.

El mundo contemporáneo tiene, por tanto, "un desajuste estructural en toda la vida ordinaria" fruto de diferentes velocidades que desembocan, con el uso perverso de las nuevas tecnologías, en situaciones de acoso, abusos u otro tipo de violencia sexual entre adultos, adolescentes e incluso de niños contra niños, ha matizado.

"Algo está pasando en nuestra sociedad y cultura cuando se dan estos comportamientos violentos en las casas, inadecuados en las fiestas, violentos de niños contra niños y de jóvenes contra jóvenes" que exigen, en opinión del prelado, una revisión del estado e influencias a que está sometida "nuestra ética moral compartida".

Se trata de un "problema de educación ética y moral que en la Iglesia queremos impulsar desde el plano afectivo-sexual pero también desde la educación moral de la conciencia", ha apuntado.