Miguel V. N., de nacionalidad peruana, hoy pasará a disposición judicial El presunto asesino del canónigo de Valencia estaba en situación irregular y vivía en la calle
Se ha negado a declarar ante la Policía y hoy pasará a disposición judicial y a prisión
“Miguel V. N., al parecer, prefirió acabar siendo la última de esas ‘parejas’ sexuales de Alfonso López Benito antes que acudir a su familia y admitir su situación de precariedad. Por alguna razón que no ha querido aclarar, asfixió al cura en su cama y huyó. Ocurrió antes de las once de la mañana del lunes, porque el canónigo ya no acudió a la procesión de San Vicente Mártir, a la que no solía faltar”, cuenta hoy en el diario Levante
hay dos pruebas evidentes de su implicación en el crimen, el teléfono móvil del sacerdote y su tarjeta bancaria
hay dos pruebas evidentes de su implicación en el crimen, el teléfono móvil del sacerdote y su tarjeta bancaria
El presunto asesino del canónigo emérito de la catedral de Valencia, Alfonso Benito López, se llama Miguel V.N. y es de nacionalidad peruana, estaba en España de forma irregular desde 2022 y vivía en la calle. Se ha negado a declarar ante la Policía y hoy pasará a disposición judicial y a prisión.
Así lo relata el diario Levante en su edición digital de hoy, rotativo que ha ofrecido la mejor información de lo sucedido, contrapunto del hermetismo que sigue teniendo en este asunto el Arzobispado de Valencia, y la lógica discreción de la investigación policial.
El detenido, aconsejado por la letrada de oficio que le asiste, se ha negado a declarar nada ante la policía, tiene derecho a ello, y los agentes del grupo de homicidios de la brigada de policía judicial de Valencia han tenido que ir reuniendo pruebas piedra a piedra, para presentárselas al Juez hoy, cuando sea puesto a disposición judicial, concluido el plazo legal de su detención.
“Miguel V. N., al parecer, prefirió acabar siendo la última de esas ‘parejas’ sexuales de Alfonso López Benito antes que acudir a su familia y admitir su situación de precariedad. Por alguna razón que no ha querido aclarar, asfixió al cura en su cama y huyó. Ocurrió antes de las once de la mañana del lunes, porque el canónigo ya no acudió a la procesión de San Vicente Mártir, a la que no solía faltar”, cuenta hoy en el diario Levante.
El periódico ha localizado a familiares del detenido en Valencia quienes han facilitado algunos datos sobre la vida de Miguel en Valencia, un buen cocinero, que no ha tenido suerte en lo laboral. Primero trabajó en un bar y luego de albañil. No cuajó. Sin trabajo y sin dinero se vio abocado a vivir en la calle y a comer donde podía. Parece que uno de esos trabajos ocasionales fue el de aparcacoches, gorrilla callejero.
En esa situación, siempre por lo que ha podido reconstruir la policía, debió sacarlo el canónigo y entablar amistad con él, como parece debió ocurrir en otros casos similares no precisados. Como no ha querido confesar ante la policía, es de suponer que tampoco lo hará ante el Juez, es costumbre en los delincuentes bien asesorados por sus abogados, y lo más probable es que, a pesar de la negativa a contar de buen grado lo sucedido, el Juez, como es costumbre, lo envíe a prisión, pues hay dos pruebas evidentes de su implicación en el crimen, el teléfono móvil del sacerdote y su tarjeta bancaria.
Tan necesitado estaba que se llevó el teléfono con ánimo de venderlo en el mercado de los receptadores de mercancía robada y la tarjeta bancaria para comer y pagarse el viaje al destino donde pretendía huir.
Fue él el autor de los mensajes de whatsapp al portero y a amigos de la víctima en que se hacía pasar por el sacerdote diciendo que iba a estar unos días fuera y creyó que con esa maniobra le daría tiempo a irse de Valencia.
El asesinato del canónigo ocurrió en la madrugada del día de san Vicente mártir, horas antes de que por delante de su domicilio en la calle Avellanas pasará la procesión del joven diácono Vicente protomártir de la Iglesia en Valencia, procesión a la que el fallecido debía asistir junto con el Cabildo de Canónigos de la catedral como hacía todos los años.
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