Jesús, inconfundible
Pero, ¿a quién buscamos? ¿Al todopoderoso con apariencia humana que se rie en secreto de sus adversarios porque sabe que pasadas 72 horas habrá vencido? ¿Una especie de superman antiguo al que ninguna de esas condiciones específicamente humanas: duda, miedo, rencor, angustia, deseo, instinto, ansiedad, le rozaron siquiera su divina inmunidad? ¿O tal vez buscamos al speaker de frases célebres que justifican el modo en el que hacemos hoy las cosas? ¿casi que un dictador que un día decretó cómo teníamos que comportarnos y nadie puede atreverse a afirmar algo distinto so pena de un eterno castigo sin propósito alguno de enmienda o corrección? ¿Será que buscamos al mágico y sobrenatural hombre que con su soplo ahuyentaba huracanes, con su dedo expulsaba espíritus y con su poder quebraba a su antojo todas las leyes de la naturaleza? ¿Un primigenio Xmen venido del cielo con envidiables capacidades para hacer lo que ningún mortal podría? ¿Al peligroso profeta silenciado por los religiosos de sus días? ¿Al mítico muerto en vida que habría instaurado una nueva religión en la que el sexo es mirado con sospecha mientras que el poder es bendecido desde las catedrales? ¿A quién buscamos cuando vamos tras las huellas de Jesús?
Incluso sus amigos tuvieron versiones distintas de él, no todos los entendieron y lo que entendieron no siempre lo comunicaron de la misma manera. Algunos veían en él al gran reformador de la religión Judía, y Jesús fue más que eso. Otros creyeron encontrar en él al caudillo libertario que se vengaría de Roma, y Jesús fue muy distinto a eso. Otros esperaron que en algún momento se decidiera a un acto político real y ellos asumirían posiciones privilegiadas en el pueblo, y Jesús hizo algo contrario a eso. Otros creyeron que se había equivocado en su discurso de bondad, humildad y amor a los enemigos e hicieron lo posible por detenerle, y Jesús no se opuso a eso. A todos les resultó contradictorio. Mucha cautela deberíamos tener entonces quienes nos llamamos hoy en día sus seguidores o amigos, pues si aquellos que podían oírle y reír con él se confundieron, hay razones para creer que también podríamos habernos confundido nosotros, y que eso que hoy llamamos magisterio infalible sea en gran medida una búsqueda no concluida.
Propongo aquí siete preguntas que pueden ser un sencillo itinerario para quien tiene una idea de Jesús, para quien sostiene una relación, un encuentro con Jesús, pero quiere y anhela encontrarlo siempre una vez más, tan desconcertante pero inconfundible:
- ¿Reconoceríamos a Jesús si nos lo encontráramos en la calle? ¿Si lo viéramos comportarse?
- ¿Buscamos a Jesús en los lugares en los que él solía estar?
- ¿Desde dónde estamos viendo a Jesús? ¿Qué tanto nuestra perspectiva nos impide ser desconcertados por él?
- ¿Hay algo de tantos mitos sobre Jesús presente en nuestra fe?
- ¿Somos esa clase de personas de las que Jesús mantenía rodeado?
- ¿Nuestra idea de Jesús se parece más a nosotros o a él?
- ¿Qué es lo inconfundible de Jesús?
- Jesús había encontrado algo sublime por lo que valió la pena dejarlo todo. Esa parábola del tesoro escondido bien puede ser un dato autobiográfico, siendo Jesús mismo el hombre que había encontrado algo tan valioso que todo lo demás pasaba a un segundo plano. Su desarraigo, su despojo, su actitud hacia quienes lo seguían, su determinación irrenunciable me hablan de alguien que no solo tenía una convicción o un plan, sino un descubrimiento, algo a lo que todos hemos sido invitados a imitarle. Creo que encontró a Yahweh, y no como dios en términos de divinidad o ser superior, sino como padre, como único soporte, total y absoluto, de toda su existencia.
- Jesús había renunciado a todas las cosas por las que los seres humanos normalmente se afanan, se apasionan, se apegan o se orientan. En Jesús la libertad y la pobreza son una sola cosa, las dos caras de la moneda de su relación con el Padre, que llenaba de tal manera la sed de su corazón que nunca cedió ante la tentación de querer ser reconocido, o poderoso, o deseado, o aplaudido, o aprobado por nadie. No se dejó vencer por la idea de las posesiones, ni del dominio, ni de la capacidad de impactar. Su corazón estaba satisfecho de plenitud, y esa plenitud la encontró en las cosas que en esta vida son y seguirán siendo gratis. Allí en donde deberíamos nosotros estar buscando.
- Jesús no entendía la vida sin amigos.Su propuesta de fraternidad va más allá de una simple congregación de personas religiosas, para él los vínculos que se tejían entre dos seres humanos que se descubrían amados por el dios invisible eran lazos más fuertes que los de una familia. Su manera de entender las relaciones pasaba por la certeza de que no hay necesidad de competir ni de dañarnos, y que sólo cuando activamos ese amor interesado únicamente en la felicidad del otro nuestro espíritu alcanza su mayor grandeza y somos más importantes que todo aquello a lo que alguna vez le hemos dado importancia. Para Jesús ser hermanos era la única manera real de escribir otra historia capaz de herir de muerte el rencor y el egoísmo, tanto así que nos invita a perdonarlo todo y a considerar hermanos a los que nos consideran enemigos.
- Jesús siempre se puso de parte de los vulnerables.Su nacimiento en el lugar en el que comen los animales es la manera como Lucas nos advierte que lo que nos va a contar no tiene nada que ver con privilegios, beneficios o preferencias de ninguna clase. Jesús poco se movió por las zonas exclusivas de Palestina, su hogar era la casa de los pescadores, su comida la de los que estaban deambulando por el camino, sus compañías las de los indeseables para la sociedad judía de la época, su dedicación a los enfermos, impuros, a los rechazados por ser exhibido su pecado, su especial atención a los niños, esos a los que nadie les daba especial atención, y los protagonistas de su vida fueron siempre personas que jamás habían protagonizado nada más que exclusión, marginación y angustia. Su poema sobre la felicidad comienza diciendo que el reino de dios le pertenece a los pobres y por eso ellos son felices. Su muerte aislada, despreciable y humillante fue la consecuencia ineludible de su estilo de vida. No hubo honras fúnebres de ningún tipo para Jesús.Y gracias al cielo, no fueron necesarias, pues aún hoy en día siguen los pastores, las viudas y los pobres cantando su canción, contándoles a todos que el inconfundible Jesús vive, que nos ofrece la paz y que su vida es el camino para alcanzarla.
Feliz Navidad a cuantos buscan a Jesús.