El cristianismo transgresor

¿Por y para qué hablar de un cristianismo “transgresor”?

La teóloga Jacqueline A. Bussie publicó en abril un nuevo libro que toma como referencia esta fantástica expresión, para la cual ofrece dos explicaciones preliminares como punto de partida:

1. Una fe nueva y vivificante para aquellos que ansíen una relación más auténtica con Dios, y con otras personas, al no tener que esconder ya sus dudas, ira, dolor, cicatrices o preguntas.

2. Una fe honesta, fuera de la ley, para aquellos que busquen una esperanza que responda verdaderamente al dolor del mundo.


Pero estas definiciones no prometen mucho más allá de un valor orientativo, ya que los dos términos “transgresor” (outlaw) y “fuera de la ley” (outside of the law) se remiten el uno al otro. ¿Qué tiene que ver la búsqueda de una “autenticidad” ante Dios y el mundo -el reconocimiento y reconciliación de las perplejidades, los tormentos y el pasado escondido que tenemos cado uno- con esto de tener que ir más allá de la “ley”? ¿A qué “leyes” se refiere Bussie, el quebrantamiento de las cuales promete ser un poder que nos libere y haga redescubrir la esperanza?

Nada menos que el reglamento que normalmente nos contiene como cristianos, que en verdad resulta ser un popurrí de “clichés engreídos, esperanzas trilladas y teodiceas simplonas que explican el mal y el sufrimiento con un juego de manos teológico-mágico”.

Bussie lo explica así:

El código no escrito del cristianismo contemporáneo que nos encadena contiene leyes comúnmente aceptadas acerca de lo que las personas de fe deben creer, decir, hacer y sentir respecto al mal, el sufrimiento, la tristeza, el dolor y la esperanza. El autor de este material es una incógnita. Sin duda es una combinación compleja de la sabiduría popular del Occidente, las normas y tradiciones culturales norteamericanas, las expectativas comunitarias, los valores capitalistas de los superpoderes y las enseñanzas de las autoridades religiosas.


En otras palabras, Bussie sostiene que la teología cotidiana de muchos cristianos de los Estados Unidos -y yo diría de Europa también- ha decaído en una serie de lugares comunes que parecen indistinguibles de los tópicos que ha adoptado la sociedad en su conjunto para razonar sobre Dios y las otras “grandes realidades” de la vida, vengan estos de las autoridades cristianas o no.

Pero ¿cuáles son estos clichés -estas “leyes” no escritas- de la vida cristiana moderna? Bussie nos desvela seis:

1: No te enfades con Dios; 2: No dudes nunca; 3. No preguntes; 4. No hagas saber a nadie tu historia real; 5. Usa solo tópicos cuando hablas del sufrimiento y del mal; 6. Cree siempre que la esperanza viene fácil para los que verdaderamente aman a Dios.


La lectora podrá pensar en más, seguramente, pero lo importante es que estas normas no tienen nada que ver ni con la Biblia, ni con la doctrina cristiana, ni con casi tres milenios de reflexiones judeocristianas.

Mientras que no todos los que se identifican como seguidores de Jesús no lo sepan -y mientras que los poderes que haya sigan predicando tanto éstas como normas parecidas como si fueran verdades de la fe- iniciativas como la de Bussie deben ser agradecidas de corazón.

Su idea de un cristianismo “transgresor” viene a ser tan sugerente que tiene la capacidad de hacer temblar a nuestra complacencia y poner en entredicho las respuestas fáciles a las que muchos estamos acostumbrados.

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