Secretario general de la CIEC: "La escuela católica es capaz de transformarse para responder a los grandes desafíos" Óscar Pérez Sayago: "Hay que reivindicar la educación como un derecho fundamental"
"La idea es que desde la escuela podamos colocar esas semillas del cuidado de sí mismo porque, insisto, si no cuidamos a los otros es porque no nos cuidamos a nosotros mismos. Si lo hacemos, también cuidaremos el ambiente, el entorno, los espacios… Hay tantas cosas que trabajar ahorita, después de esta pandemia"
"La escuela católica en América se ha visto afectada. Hemos perdido un 30% de estudiantes que de la Escuela Católica han pasado a la Escuela Pública. Muchos docentes fallecieron, también, a causa de la pandemia. Hay crisis económica, social…"
"Nos quedan grandes desafíos. Hemos de pensar la educación hacia el futuro. Reivindicar la profesión docente, es decir, dignificarla"
"Creo que tenemos que reinventarnos como seres humanos. La escuela católica tiene que generar otro tipo de ser humano"
"Nos quedan grandes desafíos. Hemos de pensar la educación hacia el futuro. Reivindicar la profesión docente, es decir, dignificarla"
"Creo que tenemos que reinventarnos como seres humanos. La escuela católica tiene que generar otro tipo de ser humano"
"Creo que tenemos que reinventarnos como seres humanos. La escuela católica tiene que generar otro tipo de ser humano". El secretario general de la CIEC (Conferencia Interamericana de Educación Católica), Óscar Pérez Sayago, dialoga con RD sobre los retos de futuro de la educación, y del papel que la escuela católica tiene, y debe seguir teniendo, en el futuro. En América (México acoge, en mayo, su congreso, al que asistirá RD), en España, y en el mundo.
-Hoy nos acompaña Óscar Pérez Sayago, que es el secretario general de la Conferencia Interamericana de Educación Católica (CIEC). ¿Cómo estás? Bienvenido a España.
-Gracias, Jesús. Pues aquí, muy contento de encontrarnos y hablar de educación, que es el tema que nos apasiona.
-Vienes, además, de participar en el lanzamiento de la plataforma de la Revolución por el Cuidado de Edelvives con Latinoamérica. ¿Por qué es tan importante el cuidado, también, en la educación?
-Para nosotros es esencial porque el cuidado es la esencia de la educación. Tenemos que enseñar a los niños a que se cuiden a sí mismos, pero también a que cuiden a los otros, a la naturaleza.
Como dije ayer en el evento, necesitamos del cuidado en la infancia y en la vejez; dos etapas que son importantes. Por eso, nos encanta unirnos con Edelvives para proponer el cuidado educativo integral desde la Escuela Católica de América.
-Habla mucho del cuidado de esas dos otros cuidados el papa Francisco. Casi, es una es una obsesión, a la hora de hablar de la sociedad del descarte, también.
¿Cómo podemos afrontar en positivo desde la escuela, y desde la escuela interamericana, como es tu caso, de ese cuidado y de esa reconstrucción de una sociedad nueva en la que el cuidado sea algo integral. En la que preocuparse por los otros, y no sólo por uno mismo, sea algo vital, prioritario?
-Para nosotros es importante lo que dice el papa Francisco en Laudato si'; la falta de cuidado exterior con la naturaleza y con los otros manifiesta una falta de cuidado interno. Entonces, es necesario poner, desde la escuela, las semillas del cuidado. Pero estas semillas nacen en la inteligencia sensible, cordial, diría Leonardo Boff. En la inteligencia emocional. Es necesario que el niño conozca sus emociones y reconozca las emociones de los otros, que empieze a cuidar. Porque el cuidado tiene que ver con lo ético: "amamos lo que cuidamos y cuidamos lo que amamos".
Es necesario potenciar todo lo que nos hace humanos: lo afectivo, lo cordial, lo sensible para potenciar esa ética del cuidado que es fundamental hoy en día. Se suponía que de la pandemia íbamos a salir mejores y resulta que sí somos mejores en egoísmo, en competencia, en chismes, en acabar con el otro.
La idea es que desde la escuela podamos colocar esas semillas del cuidado de sí mismo porque, insisto, si no cuidamos a los otros es porque no nos cuidamos a nosotros mismos. Si lo hacemos, también cuidaremos el ambiente, el entorno, los espacios… Hay tantas cosas que trabajar ahorita, después de esta pandemia.
-Hablas de la pandemia. Es las primeras vez que vienes acá, después de este año y medio. En España vivimos una realidad muy determinada. También es verdad que las vacunas están funcionando y hay un porcentaje de población muy alto de vacunación.
¿Cómo se está viviendo esto en Latinoamérica y cómo están actuando las instituciones religiosas educativas de la Iglesia? ¿Hay una puesta en común para fomentar también este cuidado, o todavía queda mucho por hacer?
-Evidentemente, falta mucho por hacer. La escuela católica en América se ha visto afectada. Hemos perdido un 30% de estudiantes que de la Escuela Católica han pasado a la Escuela Pública. Muchos docentes fallecieron, también, a causa de la pandemia. Hay crisis económica, social…
La pandemia afianzó muchos de los problemas que había en la escuela católica de América, que ya no es un continente tan católico. Ha venido perdiendo estudiantes y con la pandemia se aceleró. Por tanto, la pandemia, hoy en día, no nos llama a reivindicar la importancia de la escuela: primero, que la escuela católica sea escuela; brindar una educación de calidad, etc. Pero también tenemos que hablar del cuidado de los maestro y es el gran desafío, porque, como dijo el Papa, pertenecen a la población más mal pagada en América Latina. Fuera de eso, muchos docentes fueron perjudicados porque les redujeron su sueldo o fueron despedidos. Más de 5 mil docentes en Colombia, por ejemplo, que es mi país, quedaron desempleados.
Entonces, de lo que se trata es de reivindicar la educación como un derecho fundamental. Como un bien público, independientemente de si sea pública o privada. De seguir apostando por el cuidado desde la educación. Gracias a dios, en la mayoría de los países, los docentes fueron priorizados en la vacunación. Hay países que están adelantados en la vacunación, como Uruguay, Chile, Colombia y otros. Centroamérica, todavía está lento. Como dice el Papa, hay una parte vacunal que influye: no todos tienen la posibilidad y eso tiene que ver con la ética. Con la ética el cuidado.
Nos quedan grandes desafíos. Hemos de pensar la educación hacia el futuro. Reivindicar la profesión docente, es decir, dignificarla. Darle protagonismo porque ahorita estamos enfocados en recuperar alumnos, pero también tenemos que enfocarnos en la calidad de la educación y apostar por la formación de docentes. Porque no se puede pretender que cuidamos, si no formamos a los docentes para que ellos también cuiden.
-En mayo tenéis un nuevo nuevo congreso de la CIEC en México. Entiendo que abordaréis estas y otras y otras problemáticas de la Escuela Católica. ¿Cómo como lo tenéis planteado. Cuál es el lema y cuáles son las bases de ese congreso?
-Es el congreso más antiguo del continente. En 1945 se hizo el primer Congreso Interamericano. Ahorita estamos en el número 27. Nos vamos a México porque es uno de los países que más sigue el trabajo de la Confederación Interamericana y quisimos apostar por el documento de la UNESCO 'Los futuros de la educación'.
La UNESCO, antes de la pandemia, lanzó este documento para reflexionar cómo sería la educación de aquí al 2050 (antes pensábamos al 2030, pero ya está cerca y ahora es al 2050). Y llaman la atención las coincidencias porque cuando uno lee el documento la UNESCO, este plantea, primero, una educación que cuide el planeta y la Escuela Católica está trabajando el cuidado la Casa Común; plantea una educación que genere sociedades pacíficas, y la Escuela Católica, siguiendo al papa Francisco, busca que aprendamos a vivir como hermanos y hermanas. Y la UNESCO habla de que una educación que propende un desarrollo para todos, y la Escuela Católica habla del desarrollo del bien común.
Entonces, lo que queremos es decirle al mundo que la Escuela Católica no está encerrada en sí en sí misma, sino que está a la vanguardia de lo que nos dicen los grandes organismos. Pero también que quiere colocarse en sinergia con el pacto. No queremos que el pacto educativo sea como el año la misericordia, que se acabó el año y fue la misericordia. Queremos que el pacto educativo sea continuo y permanente el trabajo, y por eso nos encontramos en Mexico para reflexionar.
Va a ser el primer congreso después de todo esto que estamos viviendo. Siempre lo hacemos en enero pero lo trasladamos a mayo para tener adelantada la vacunación y poder ir. Nos acompañarán diferentes personalidades de la OCDE, de la CEPAL y de la UNESCO. Y cerraremos, precisamente, con el superior general de los Hermanos Maristas hablando, porque hoy la educación católica sigue siendo importante en medio del contexto que estamos viviendo.
-¿Tienes una respuesta para esa pregunta de por qué la educación católica debe ser tan relevante en este contexto?
-No se puede pensar la educación sin la escuela católica porque esta ha sido clave en los grandes avances pedagógicos. Aquí, en España, un hermano de La Salle, Pedro Chico, hizo un libro sobre el aporte de los fundadores de congregaciones religiosas a la pedagogía, y son innumerables. Lo que pasa es que vivimos una campaña de desprestigio. Nos acusan de escuela tradicional, de retrógrada. Pero queremos mostrar que la escuela católica sigue a la vanguardia y, sobre todo, que es capaz de transformarse para responder a los grandes desafíos.
-¿Con quién contaremos, aparte de instituciones, en el congreso?
-Nos acompañarán los salesianos de México, la Universidad Salesiana. Scholas Occurrentes, que nos va a mostrar el trabajo que han hecho en México con los con los niños y los jóvenes. Contaremos con la OCDE, que nos hablará precisamente de 'Y después de la pandemia, qué'. Contaremos con diferentes personalidades por un planeta habitable que queremos trabajar desde diferentes organismos mexicanos. Vamos a tener casi más de un 50% de mujeres hablando desde la escuela, y el cardenal Aguiar nos ha confirmado su participación en la inauguración del congreso.
-¿Qué educación sueña Óscar Pérez Sayago? Cuál te gustaría que fuera tu legado, aunque te quede mucho por caminar en esto de la Iglesia, de la educación y de construir un mundo mejor.
-Primero, que la escuela no solamente tiene que cambiar conciencias, sino también cambiar corazones. Es esencial. Entonces, una educación integral. Nosotros hablamos de educación integral, pero es un eufemismo; siempre educamos la cabeza, y hoy en día toca educar el corazón, definitivamente. Y a eso le estamos apostando desde la CIEC.
Segundo, reinventarnos como seres humanos. Si no lo hacemos, vamos a seguir en guerras y en conflictos. En América Latina, cada país está en divisiones: derecha, izquierda, a favor de la paz o en contra la paz. Hasta en la misma Iglesia hay conflictos; que si está a favor del Papa, que si no.
Creo que tenemos que reinventarnos como seres humanos. La escuela católica tiene que generar otro tipo de ser humano.
Y tercero, potenciar algo que hemos fundamentado mucho desde la CIEC y es desarrollar la inteligencia espiritual porque durante mucho tiempo hemos formado seres religiosos y podemos enseñar al niño a rezar, pero no a que crea. Por eso, nuestra apuesta es trabajar lo emocional unido a lo espiritual, que es darle a los niños la posibilidad de tener sueños, ilusiones de cambiar los mundos donde viven. Los niños no son el futuro solamente; son el presente. Entonces, queremos darle voz a ellos.
Esas tres cosas son por las que apostamos desde la CIEC y desde la Escuela Católica. Ahorita tuvimos un encuentro con más de ocho mil personas, el Encuentro de Pastoral sobre el Pacto, y ver experiencias de transformación ilusiona mucho. Aunque nos acusen de tradicionales, lo que queremos mostrar es que la tradición es importante y está cargada de innovación, y eso es lo que queremos potenciar.
Etiquetas