Carta del secretario de Estado con ocasión de la centésima Jornada de la Universidad Católica Parolin: "Todo se juega en el presente; no habrá verdadero futuro si no se vive el hoy plenamente"
Carta del cardenal secretario de Estado al presidente del Instituto de Estudios Superiores "Giuseppe Toniolo", con motivo de la centésima Jornada de la Universidad Católica
Mensaje también de la Conferencia Episcopal Italiana: "En el mundo de los jóvenes hay tantas incertidumbres, que la Universidad sea un espacio fecundo y creativo"
"Es necesaria una visión transdisciplinar ante los desafíos de la inteligencia artificial"
Con motivo de este importante aniversario, ayer se celebró una misa en el Aula Magna del Ateneo de Milán que presidió el asistente eclesiástico monseñor Claudio Giuliodori
"Es necesaria una visión transdisciplinar ante los desafíos de la inteligencia artificial"
Con motivo de este importante aniversario, ayer se celebró una misa en el Aula Magna del Ateneo de Milán que presidió el asistente eclesiástico monseñor Claudio Giuliodori
"Hay lugares donde el futuro parece llegar antes: "Uno de ellos es el mundo universitario, porque en él se preparan los profesionales del mañana y se desarrolla la investigación de la que derivan a menudo las innovaciones más decisivas para el progreso de la familia humana"
Así comienza la carta que el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, envió al presidente del Instituto de Estudios Superiores "Giuseppe Toniolo", el arzobispo de Milán Mario Delpini, con ocasión de la centésima Jornada de la Universidad Católica que se celebró el 14 de abril.
En tensión
La cuestión del futuro. Los jóvenes entre el desencanto y el deseo es el tema elegido y precisamente a partir de esto se desarrolla la misiva del cardenal, que sigue al saludo del Papa Francisco a la hora del Regina Caeli dominical con el aliento al Ateneo para que continúe "su importante servicio formativo en fidelidad a su misión y atento a las instancias juveniles y sociales de hoy". Escribe el cardenal Parolin:
"Hoy, importantes expectativas se centran en el futuro, pero al mismo tiempo parecen acumularse nubarrones amenazadores; y los jóvenes, en el ámbito académico, perciben y experimentan esta tensión con particular intensidad"
En un horizonte así, "no se puede permanecer prisioneros del pasado, ni proyectarse ingenua y precipitadamente hacia el mañana", subraya. "Por el contrario, es necesario alimentar la conciencia de que todo se juega en el presente, porque no habrá verdadero futuro si no se vive plenamente el hoy".
La clarividencia de los fundadores
El cardenal secretario de Estado recuerda que fue precisamente "la urgencia de ofrecer a los jóvenes las mejores condiciones para construir el futuro desde el presente" lo que impulsó a los fundadores de la Universidad Católica.
"Hoy, cuando 'la Católica' se encuentra entre las universidades más importantes y prestigiosas del país y asume un papel cada vez más relevante también a nivel internacional, podemos ver cuán fructífera y clarividente fue la intuición de los fundadores", señala el cardenal Parolin, citando sobre todo a la beata Armida Barelli y al padre Agostino Gemelli. A este último debemos el "trabajo capilar de conexión para crear una red internacional de universidades católicas".
De ahí el nacimiento de la Federación Internacional de las Universidades Católicas (FIUC) que, como recordó el Papa Francisco en su audiencia con motivo de las celebraciones del centenario, lleva a cabo un trabajo "precioso" que contribuye a la misión de la Iglesia en la actualidad.
El vínculo entre la JMJ y la pastoral universitaria
A propósito de los aniversarios, el cardenal recuerda en la carta el 40º aniversario del primer gran encuentro de jóvenes en San Pedro (del 14 de abril de 1984) que se convirtió en la semilla de la que florecieron las Jornadas Mundiales de la Juventud. En estos cuarenta años, el vínculo de las JMJ con la pastoral universitaria se ha ido estrechando hasta el acontecimiento de Lisboa del año pasado, cuando el Papa Francisco dedicó un encuentro específico al mundo universitario, "esbozando una especie de 'manifiesto' de la misión de las universidades católicas en nuestro tiempo". Asimismo escribe el cardenal Parolin:
"Precisamente porque a los jóvenes no se les puede robar el futuro, los invita a invertir con gran valentía en el presente para responder a la sana inquietud que habita en sus mentes y en sus corazones"
El mensaje de la CEI
También llegó a la Universidad Católica un mensaje con motivo del centenario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) que, en su texto, se detiene en particular en la situación de "gran incertidumbre" del mundo juvenil "que oscila entre los miedos y los impulsos, el desconcierto y la búsqueda de seguridad, la sensación de soledad y la prisa por habitar las redes sociales".
Partiendo del tema elegido para la Jornada, los obispos italianos exhortan a "tomar en serio la exigencia de futuro que hoy no es sólo de los jóvenes, sino que ellos la sienten ciertamente de manera más urgente y, en algunos aspectos, dramática". Nos encontramos – se lee –“ante escenarios imprevisibles, determinados por el cambio climático, conflictos devastadores en curso, equilibrios internacionales precarios y situaciones económicas críticas”.
“A estos macro factores hay que añadir las situaciones personales y contingentes percibidas más directamente por los jóvenes, como la falta de trabajo, la fragilidad de los vínculos afectivos, los rápidos cambios sociales provocados por las innovaciones tecnológicas y la crisis demográfica que está haciendo de Italia un país que envejece progresiva y rápidamente".
"Todo – subraya el mensaje de la CEI – parece consumirse en la vida cotidiana sin tener en cuenta el futuro, demasiado fluido y confuso, mientras que deberíamos construirlo juntos evaluando las elecciones de hoy en esta perspectiva". El mundo universitario también se ve afectado por este escenario a causa de las "secuelas, no completamente absorbidas" de la pandemia:
"Los jóvenes buscan lugares capaces de alimentar sus deseos, de dar concreción a sus sueños y que no ahoguen su esperanza", afirman los prelados. La Universidad Católica del Sagrado Corazón, nacida sobre los escombros de una guerra mundial y en un marco social y político de gran incertidumbre, puede representar "un espacio fecundo y creativo para dar a los jóvenes no tanto expectativas de futuro cuanto certezas de un presente como protagonistas y verdaderos creadores de un mañana más sostenible, fraterno y pacífico para toda la humanidad".
Tres condiciones
Sin embargo, son necesarias algunas "condiciones". En primer lugar, la naturaleza eclesiástica de la Universidad, que no es "un mero factor nominal": la Universidad Católica nació y creció gracias a la contribución material y espiritual de los católicos italianos y hoy, como en el pasado, está llamada a ocuparse de la formación de las nuevas generaciones para ofrecer "una contribución cultural significativa a la presencia de los católicos en el país".
La segunda dimensión, en cambio, está vinculada a los retos que plantea la evolución de la inteligencia artificial: sin duda es un deber, escribe la CEI, aprovechar al máximo las numerosas oportunidades que ofrece, pero al mismo tiempo "evaluar las implicaciones éticas, culturales, sociales y económicas". En efecto, se necesita "una visión de conjunto y un enfoque transdisciplinario".
Por último, la tercera condición es la "urgencia de que los jóvenes no sólo redescubran la confianza y la esperanza, sino que sean realmente conscientes y protagonistas de un cambio que no deja de ser de cambio de época en sus valoraciones y opciones respecto a lo que está ocurriendo en ámbitos decisivos para el presente y el futuro de la humanidad".
La tarea de un ateneo católico es, por tanto, ayudar a los jóvenes a "ser artífices de un desarrollo verdaderamente sostenible y atento a las necesidades de todos, especialmente de los más pobres y marginados"; a ser "protagonistas de una cultura de la fraternidad" y a "rediseñar el rostro del ser humano desfigurado por visiones y modelos que distorsionan el sentido de los afectos, la dimensión trascendente de la vida humana, la exigencia de verdad y de bien que habita en el corazón de cada mujer y de cada hombre".
Misa en el Ateneo de Milán
Con motivo de este importante aniversario, ayer se celebró una misa en el Aula Magna del Ateneo de Milán que presidió el asistente eclesiástico monseñor Claudio Giuliodori. En su homilía, recordó que "la Universidad Católica nació para ser un lugar donde, gracias a un diálogo estrecho, abierto e iluminado por la fe entre profesores y estudiantes, en constante confrontación con todos los saberes, se abordan las grandes cuestiones y se adquieren las competencias necesarias para contribuir a un mundo en el que mujeres y hombres puedan vivir de modo solidario y justo".
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