Francisco firmará la "última encíclica" de Benedicto XVI. Sobre la fe, que andamos faltos. Y mientras, prepara un texto sobre la pobreza. De cuyo conocimiento tampoco estamos faltos. Con todo, lo relevante es esa "
reforma en continuidad" entre ambos pontificados. Esa sensación de que, por primera vez, dos Papas conviven en el Vaticano. Y se ven. Y colaboran. Y trabajan juntos para el bien de la Iglesia.
Se equivocan quienes piensan que el nuevo Papa va a barrer con todo lo que hizo anteriormente Ratzinger. También, los que piensan que Benedicto es poco menos que una figura decorativa. Nunca se ha dado la situación en la que el Papa en ejercicio y su antecesor son vecinos. Y F
rancisco quiere, y va a poder aprovechar la oportunidad para contar con la experiencia de Benedicto XVI. De hecho, la reforma que ya está trayendo Francisco no hubiera sido posible sin Ratzinger. Y este Papa está dejando constancia de ello a cada rato, a diferencia de lo que hicieron otros, como Sodano y demás.
No es probable que veamos de nuevo juntos, en vida, a Francisco y Benedicto. Lo que no significa que no vayan a verse, y a trabajar, y a aconsejarse. Cuatro ojos siempre ven más que dos, cuatro manos siempre trabajan mejor que dos... dos Papas (uno emérito, y otro en ejercicio) siempre podrán colaborar
para una Iglesia más pobre y para los pobres, más humilde, más alejada del poder y con mayor visión de servicio. En eso, y en otras muchas cosas, Benedicto se perfila como el primer colaborador de Francisco.