Nuevos exabruptos del arzobispo de Oviedo en la fiesta de Asturias Jesús Sanz se 'doctora' en ultraderecha ante la Santina y los restos de don Pelayo
Se equivocó, radicalmente, Santiago Abascal. El candidato de la moción de censura de VOX no tenía que haber sido Ramón Tamames. Ayer, en Covadonga, sólo faltaba el yunque
La ultraderecha parece haber 'okupado' la Santina. Como se descuide don Pelayo... lo vemos de procesión como a los restos del Apóstol Santiago en plena Guerra Civil
No hizo caso a las peticiones de un lector que reclamaba que no se hicieran lecturas políticas el Día de la Patrona de Asturias, no. Más aún, superó todos los límites para no dejar títere con cabeza. Y es que el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, no se dejó una ayer. . Desde “la leyenda del beso” de Rubiales a los “matarifes de la eutanasia”, pasando por las “violaciones en manada”, los “apaños a cualquier precio con la habitual mentira como arma política” o los “ecolojetas” de la Agenda 2030.
Sanz, conocido líder del sector ultraderechista del episcopado español, aprovechó la fiesta del Día de Asturias celebrada en la Santina de Covadonga -allí donde arranca todas las campañas electorales, con permiso episcopal, el líder de VOX, Santiago Abascal- para arremeter contra todo y contra todos. Y es que la ultraderecha parece haber 'okupado' la Santina. Como se descuide don Pelayo... lo vemos de procesión como a los restos del Apóstol Santiago en plena Guerra Civil.
No dejó Sanz títere con cabeza en Covadonga. Da para tanto que nos limitaremos a hacer un resumen. Ante la atónita mirada del presidente asturiano, Adrián Barbón, el prelado llegó a vincular el 'caso Rubiales' con las negociaciones para formar Gobierno en España. “Así estamos, y estos son los retos nada fáciles de solventar cuando se conculcan derechos, se retuerce la cordura dejando que salte por los aires lo que fuimos construyendo en la convivencia democrática”, glosó el arzobispo de Oviedo, quien calificó de “sainetes jaleados con estrategias calculadas” el 'caso Rubiales', al que se refirió como “la Leyenda del beso”, y que, indicó, sirvió para cambiar el foco de la negociación para formar gobierno.
“¿Dónde quedan las frivolidades teledirigidas durante días y días en noticias amañadas para distraer la atención, eclipsar las vergüenzas o manejar bajo cuerda pretensiones y apaños a cualquier precio y con la habitual mentira como arma política? ”, se preguntó el prelado. “Así estamos, y estos son los retos nada fáciles de solventar cuando se conculcan derechos, se retuerce la cordura dejando que salte por los aires lo que fuimos construyendo en la convivencia democrática”.
Comenzó Sanz recordando la última Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, con “jóvenes audaces, inconformistas y rebeldes”. “En aquel millón y medio de jóvenes no se dieron borracheras, ni destrozos urbanos, ni violaciones en manada, ni toneladas de basura tras su marcha” glosó el arzobispo, olvidando los cánticos del Cara al Sol o el Que te vote Txapote, que sí se escucharon en las calles portuguesas.
Siguió el prelado denunciando la “carga ideológica de la Agenda 2030”, invitando a no “caer en la trampa engañosa de salvar sólo algunas floras y faunas clasificadas por ciertas corrientes ecologistas que acaban siendo ecolojetas”, mientras “dejamos al pairo la vida humana más vulnerable: la no nacida aún, o la que precipita su final con la ayuda matarife de una eutanasia letal sin la asistencia paliativa censurada”.
Volviendo a la arena política, Sanz instó a “no claudicar de la Verdad con mayúsculas que nos hace libres”, reclamando diálgoo “sin expulsar a nadie desde prejuicios excluyentes”. Sin embargo, acto seguido clamó, de nuevo sin citarla, contra el Ejecutivo que aprobó la Ley de Memoria Democrática por “levantar muros que nos separan, trincheras que nos enfrentan reabriendo heridas, o manipulando la realidad con noticias falsas o malbaratando a capricho un Estado de derecho que nos asimilaría a una república de banana malhadada rompiendo la convivencia! ”.
Se equivocó, radicalmente, Santiago Abascal. El candidato de la moción de censura no tenía que haber sido Ramón Tamames. Ayer, en Covadonga, sólo faltaba el yunque.