Matar al Papa
Sea como fuere, lo cierto es que en los últimos tiempos estamos asistiendo a la ruptura de relaciones en el interior del Vaticano. Una lucha fratricida en la que todos (desde Bertone a Sodano, pasando por Scola -al parecer, el preferido por Ratzinger para sucederle-, el escándalo de Veglió, las finanzas vaticanas) parecen querer colocarse en una suerte de carrera para ver quién es el que manda. Justo cuando parece que la Santa Sede toma las medidas definitivas para acabar con el gran flagelo de la pederastia eclesial, cardenales, obispos y miembros de la Curia se apuñalan por la espalda, muerden yugulares y compran voluntades. Una triste noticia para la Iglesia de Cristo.
Esperando que la noticia no se cumpla, y que Benedicto XVI nos dure lo que nos tenga que durar, ya es hora de que el Vaticano se serene, y deje a un lado las peleas intestinas, que no hacen ningún bien a los fieles y dejan una imagen verdaderamente lamentable. Ahora que llega la Cuaresma, que acabe, por Dios, este carnaval.
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