El papel del cardenal de Madrid, vital para una investigación a fondo de los abusos Osoro pisa el acelerador y fuerza a los obispos españoles a posicionarse
Osoro se reivindica como el 'hombre' del Papa en España y 'fuerza' a los obispos a posicionarse sobre los abusos
El pasado 16 de febrero, mientas la Comisión Ejecutiva de la CEE escuchaba al abogado Javier Cremades su planteamiento para elaborar una auditoría externa sobre los abusos en la Iglesia española, Osoro se encontraba en Roma, donde pasó la tarde con Jorge Mario Bergoglio
Nadie sabe de qué hablaron -el cardenal de Madrid no suelta prenda, ni siquiera a sus principales colaboradores, sobre el contenido de la conversación-, pero todos coinciden en que el cardenal de Madrid regresó "feliz, y con ganas de trabajar a fondo" del Vaticano
Nadie sabe de qué hablaron -el cardenal de Madrid no suelta prenda, ni siquiera a sus principales colaboradores, sobre el contenido de la conversación-, pero todos coinciden en que el cardenal de Madrid regresó "feliz, y con ganas de trabajar a fondo" del Vaticano
Le están lloviendo críticas por todas partes, especialmente por los mismos que, durante años, fomentaron la 'omertá' respecto a los abusos a menores. Ocultar, no saber, trasladar, hacer como si no pasara nada. Pero las cosas han cambiado, en la sociedad y en la Iglesia. Y no hay nada oculto que no vaya a salir a la luz. Y tanto el Papa Francisco, como uno de sus 'hombres' en España, Carlos Osoro, han dicho 'basta ya'.
"Investigar con todas las consecuencias y llegar hasta el fondo". El cardenal de Madrid, Carlos Osoro, marca el camino en la lucha contra la pederastia en la Iglesia española. Y lo hace no sólo con palabras y declaraciones (la última, a El País, pero antes, y también de forma sonada, en El Objetivo de La Sexta. Alguien tendría que preguntarse por qué otros prelados se resisten a aparecer en los grandes medios), sino con proyectos que funcionan, y que son ejemplo, como el de Repara.
El encuentro papal, clave
El pasado 16 de febrero, mientas la Comisión Ejecutiva de la CEE escuchaba al abogado Javier Cremades su planteamiento para elaborar una auditoría externa sobre los abusos en la Iglesia española, Osoro se encontraba en Roma, donde pasó la tarde con Jorge Mario Bergoglio. Nadie sabe de qué hablaron -el cardenal de Madrid no suelta prenda, ni siquiera a sus principales colaboradores, sobre el contenido de la conversación-, pero todos coinciden en que el cardenal de Madrid regresó "feliz, y con ganas de trabajar a fondo" del Vaticano.
Porque se ha notado un cambio. Pese a que desde que fuera nombrado arzobispo de Madrid por Francisco, hace ya siete años y medio (acaba de cumplir los 25 años como obispo), "el peregrino", como le bautizó Bergoglio, ya había animado los cambios en la Iglesia española, ha sido en los últimos meses cuando ha 'pisado el acelerador', alineándose, en el fondo y en la forma, con las reformas que impulsa el Papa en España. Posiblemente, hoy por hoy, sea el prelado español que más claro tiene que las cosas no pueden seguir como están. Y no sólo en lo referente a los abusos.
Sus últimas declaraciones llamando a la acción a todos los obispos, recordando que la Conferencia Episcopal, por mucho que se piense (y que así fuera, en la práctica, en tiempos de Rouco Varela), no tiene competencia para obligar a cada prelado a abrir sus archivos para la investigación de Cremades, o para la comisión del Defensor del Pueblo, sí han servido, no obstante, para forzar a que cada diócesis, cada obispo, se posicione claramente, y diga si va a abrir, o no, sus archivos, si va a colaborar, o no, en la investigación. Si, en definitiva, va a esconder la cabeza debajo del ala, o se va a comprometer, con luz y taquígrafos, con las víctimas.
No es lo único en lo que Osoro está llevando la delantera a sus hermanos en el episcopado. Sus encuentros preparatorios del Sínodo, preguntando "¿Qué pedís a la Iglesia?" a políticos, artistas, cercanos y alejados, representantes de la cultura, la sociedad... y también a los pobres y descartados, a los preferidos de la Iglesia, han llegado a los oídos del Papa, que se ha interesado en el 'modelo Madrid', y quiere exportarlo al resto del mundo.
También, su trabajo decidido por los migrantes y refugiados, que se ha plasmado en la negociación para abrir corredores humanitarios, en colaboración con la comunidad de Sant'Egidio, le han convertido en alguien que consigue llegar a acuerdos concretos con el Gobierno, que van más allá de la estrategia que se sigue desde Añastro. Donde parece que, pese a sus evidentes coincidencias, empiezan a surgir algunas grietas en el tándem que hacía con el cardenal Omella. La estrategia a seguir en lo tocante a los abusos, y determinados 'desaires' que, hoy por hoy, ya no tolera el arzobispo de Madrid (el último se solucionó, in extremis, en el congreso de la Fundación Pablo VI), son muestra de ello.
'Puñetazo' en la mesa
¿Llega tarde? Algunos piensan que sí, que Osoro debió dar, en su día, un 'puñetazo en la mesa' para acabar con la época de su antecesor, cuyos peones han hecho, y siguen haciendo, mucho daño en la diócesis. No lo hizo. Pero ahora sí parece dispuesto a dejarse la piel por que las cosas, definitivamente se muevan. "Lo hace porque sabe que su tiempo está acabado", comentan algunos.
Podría ser (la biografía no perdona, y Osoro cumple en mayo los 77), pero lo cierto es que, salvo sorpresa mayúscula, tanto al cardenal de Madrid como al de Barcelona les quedan, cuando menos, dos años más en sus puestos de responsabilidad (no es Francisco de los que descabezan instituciones, y Omella y Osoro acaban de cumplir dos años como presidente y vicepresidente de la CEE).
Una "nueva etapa"
No parece ser la razón última del movimiento del cardenal Osoro, que hay que entender del mismo modo que el pontificado de Francisco: no podemos hablar de 'fin de pontificado', sino más bien de 'nueva etapa'. Donde los cambios se intensifican, donde es precisa mayor claridad, pese a que suponga incomprensión, o 'perplejidad', entre quienes siguen instalados en el gatopardismo.