"Con un beso, Judas traicionó a Cristo. Con un beso, Francisco quiere reconciliar a la sociedad con el mundo de la cárcel" El beso de Francisco

El beso del Papa a los presos de Regina Coeli
El beso del Papa a los presos de Regina Coeli Vatican Media

Se empeñó, y lo hizo: este Jueves Santo pasará a la Historia por el momento en que el Sucesor de Pedro acudió a compartir del Día del Amor Fraterno con aquellos a quien nadie recuerda: los presos, los sicarios, los asesinos, los olvidados por el sistema

Un beso que puede romper muros, generar paz, romper dinámicas de exclusión. Un beso que puede cambiar el mundo. Con un beso, Judas traicionó a Cristo. Con un beso, Francisco quiere reconciliar a la sociedad con el mundo de la cárcel

Y el Papa lanzó un beso a los presos que, encerrados al otro lado de la verja, gritaban, lloraban, querían tocarle. Un Francisco frágil, con la voz quebrada, con apenas movilidad, pero con la cabeza (y los arrestos) muy bien puesta. Se empeñó, y lo hizo: este Jueves Santo pasará a la Historia por el momento en que el Sucesor de Pedro acudió a compartir del Día del Amor Fraterno con aquellos a quien nadie recuerda: los presos, los sicarios, los asesinos, los olvidados por el sistema.

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Francisco acudió a la cárcel de Regina Coeli y lanzó un beso a través de la valla, antes de encontrarse con 70 reclusos que participan en las actividades de la capellanía. No pudo lavar los pies, pero sí estuvo presente en esta Última Cena. Cuando, como acertadamente ha escrito Alessandro Gisotti, la prisión se convirtió en un nuevo Cenáculo. Y el beso lanzado por el Papa, y los cientos enviados desde el otro lado por los presos, no fue un beso de traición, sino de reconocimiento profundo. 

Un beso que puede romper muros, generar paz, romper dinámicas de exclusión. Un beso que puede cambiar el mundo. Con un beso, Judas traicionó a Cristo. Con un beso, Francisco quiere reconciliar a la sociedad con el mundo de la cárcel. Y, ojalá fuera posible, al mundo consigo mismo, ahora que vivimos tiempos de incertidumbres, de aranceles, de vidas que valen menos que otras. Al otro lado, algunos internos plantaban su mano en el cristal, queriendo agarrar ese beso, queriendo entregar el suyo de regreso a Bergoglio.

Un beso para Gaza (¿dos mil años después, siguen muriendo inocentes en la tierra de Jesús?), para Ucrania (¿dónde está esa paz que iba a llegar en 24 horas?). Un beso para los pobres, para los que siempre viven la Pasión, para los que están solos, ahora y siempre. Un beso para los que, como el Papa, besan la amargura y ofrecen una caricia que no cuesta dinero, que no necesita más palabras

Un beso para Gaza (¿dos mil años después, siguen muriendo inocentes en la tierra de Jesús?), para Ucrania (¿dónde está esa paz que iba a llegar en 24 horas?). Un beso para los pobres, para los que siempre viven la Pasión, para los que están solos, ahora y siempre. Un beso para los que, como el Papa, besan la amargura y ofrecen una caricia que no cuesta dinero, que no necesita más palabras. 

Hoy, Viernes Santo, el día de la Muerte, no dejemos de besarnos. Besar resucita a la Vida. Y, con un beso lanzado al aire, Francisco besó, y dio esperanza, y sacó una sonrisa, y provocó una lágrima, en muchos rincones de la Tierra.

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