“Jesucristo ¡vaya timo!”, un libro de Gabriel Andrade (588) (II)

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Escribe Antonio Piñero

Escribía ayer que iba concluir hoy con la presentación del material del libro de Andrade y su valoración, pero he cambiado de opinión: en lengua española existen muy pocos, verdaderamente escasos, libros que traten las cuestiones en torno a Jesús con una mirada crítica, bien informada, en textos escritos respetuosamente, que no presten lugar alguno para adjetivos y adverbios descalificadores, y con un uso abundante de los argumentos e hipótesis plausibles. El libro presente es uno de ellos y mi cambio de opinión se debe a la idea de que es una pena que comprima en poco tiempo los argumentos de su autor, que considero interesantes y que deben exponerse y quizás en algún caso, muy pocos, criticarse. Y sobre todo me hace cambiar de opinión el hecho más que probable que la inmensa mayoría de la gente que duda, y que no se halla entre la previamente convencida, va a rechazar a priori el libro debido al título. Creerán que es un panfleto más al que no se le debe prestar caso.

Y es así, porque estoy convencido que es una mala política comenzar una argumentación para convencer al interlocutor con un insulto o con una expresión que éste considere altamente ofensiva. Diría que es casi imposible, pues el diálogo sobre un tema conflictivo, como es el de la figura y misión de Jesús ha de hacerse siempre con exquisita educación y cortesía, donde abunden solo los argumentos racionales. Por esta razón voy a dedicar más tiempo al comentario, porque aparte del título, es un libro que razona cortés y educadamente. Ya veremos cuánto tiempo podré dedicarle.

El siguiente capítulo del libro de Andrade, el tercero, trata de la “vida privada y los ‘años perdidos’” de Jesús. Critica con mucha razón el autor la leyenda construida en el siglo XIX por Nicolás Notovich acerca de que Jesús viajó al Tíbet y que, al romperse una pierna accidentalmente, se hospedó en el monasterio de Hemis, donde dejó una inmensa huella. La razón ofrecida por nuestro autor de la falsedad de esta tesis es clara: apoyándose en la investigación de un personaje, cuyo nombre no cita, demuestra que los monjes de Hemis no tenían la menor idea de un tal Issa (= Jesús) que hubiera estado allí jamás. Ni siquiera conocían al tal Issa. Todo había sido una fantasía de Notovich para vender libros.

Igualmente rechaza Andrade la curiosa idea de Mirzad Ghulam Ahmad, el fundador de la secta islámica Ahmadiyya, de que Jesús había estado en la India, en concreto en Cachemira, con un discípulo. Esta teoría fue popularizada posteriormente por Andreas Faber-Kaiser. Pero es rematadamente falsa, porque Ahmad tomó el material de una leyenda árabe antigua acerca de otros personajes, y la trastocó en viaje de Jesús a la India. pero lo hizo para dar fuerza al movimiento islámico por él fundado. Critica igualmente Andrade otras leyendas de relaciones de Jesús con el hinduismo que no merece la pena ni nombrar y que se basan en la paralelomanía de ideas comunes religiosas. Hemos repetido mil veces que los modos de relación del ser humano (como categorías mentales) con lo divino son muy limitados en su número, por lo que siempre habrá concomitancias entre las religiones, que son espontáneas y no necesitan de la teoría de que se han copiado unas a otras.

Otra buena crítica que se halla en el libro de nuestro autor Andrade es la idea, ampliamente aceptada por muchos, de que Jesús fue un esenio. Andrade lo refuta contundentemente porque, aunque haya muchas ideas semejantes, compartidas por Jesús y los esenios, el talante del Nazareno, en especial su contacto con todo el mundo, su misión a todo Israel más otras ideas hacen improbabilísimo que Jesús fuera un esenio. He escrito en otro lugar, y con ello está de acuerdo Andrade, que si Jesús se acercó alguna vez al asentamiento de Qumrán, fue inmediatamente expulsado. Todas las similitudes en la teología se trata de que el pensamiento fariseo, o casi fariseo, de Jesús es una rama del tronco polimorfo del judaísmo del siglo I. Y otra rama del mismo árbol era la esenia. ¡Seguro que tenían ideas comunes!

Del mismo modo, la hipótesis de José O’Callaghan, de que entre los manuscritos de Qumrán hay textos cristianos, está hoy totalmente refutada. El paralelo más cercano entre el texto denominado "7Q5" y Marcos 6,52-53 está totalmente fuera de combate es porque E. Puech, entre otros, ha demostrado filológicamente que se trata de un texto de la parte final (Epístola de Noé) del Libro I de Henoc, y M. Broshi ha demostrado también que las “huellas dactilares” del papiro, es decir, la disposición de las fibras de cada hoja, que es única, al igual que nuestras huellas, demuestra que la hoja de papiro en la que se escribió el citado fragmento del Libro de Noé y la de 7Q5 es la misma. Finalmente las pruebas con Carbono 14 de los manuscritos con los que B. Thiering o R. Eisenmann (Regla de la comunidad y los Himnos básicamente) intentaban demostrar sus tesis – a saber que Juan Bautista era el Maestro de justicia y Jesús el secerdote malvado, o bien que Jesús era Maestro de justicia y Pablo el sacerdote malvado-- son al menos del siglo I a.C., unos doscientos años del nacimiento titubeante del cristianismo.

Andrade critica la posible versión de un Jesús homosexual, derivada del Evangelio secreto de Marcos, con el célebre añadido de los carpocratianos –según la presunta carta de Clemente de Alejandría “descubierta” por Morton Smith” —a saber, que Jesús practicaba desnudo una suerte de rito nocturno de iniciación con un jovencito también desnudo-- es muy probablemente falsa, así como los dos fragmentos del presunto Evangelio secreto. Igualmente critica nuestro autor las igualmente presuntas bodas de Jesús y María Magdalena y su todavía más que presunta descendencia que dio lugar en último término a la dinastía carolingia. Como los argumentos de Andrade coinciden al cien por cien con los míos expuestos en la obra Jesús y las mujeres, no tengo que detenerme más.

En síntesis este capítulo 3 sobre la vida privada y los “años perdidos” de Jesús no tiene desperdicio. Es breve pero rotundo y sus argumentos casi no admiten ningún “pero”. La síntesis y exposición del libro que comentamos es estupenda.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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