Jesús como el "Hijo del Hombre" (III)

Hoy escribe Antonio Piñero

La cuestión que ahora nos ocupa, como comentario a los textos, es: ¿se pensó a sí mismo el Jesús histórico como el “Hijo del Hombre” de este final de los tiempos?

A pesar de la claridad de las expresiones plasmadas en los pasajes que transcribimos en el post anterior, la investigación crítica del Nuevo Testamento se ha preguntado con razón si el Jesús histórico se consideró a sí mismo realmente como el “Hijo del Hombre” de los tiempos postreros. Creo que a pesar de las apariencias surge una duda razonable.

Ciertamente, los historiadores del cristianismo primitivo no dudan ni un solo momento de que el Jesús de la historia pensaba que los preludios del fin del mundo iban a ser más o menos de este modo pintado en los pasajes precedentes, citados en otros posts, pues la escena como conjunto formaba ya una suerte de tradición en el judaísmo, “los dolores de parto del mundo para la venida del mesías”, como hemos indicado. Es decir, se opina que lo que hemos pintado hasta el momento lo suscribiría al cien por cien el Jesús de la historia.

Sin embargo, no están en absoluto seguros los estudiosos de que este mismo Jesús pensara que él era exactamente ese “Hijo del hombre” que vendría como juez a juzgar a todas las naciones y habitantes del mundo. Opinan, por el contrario, que aunque el Jesús de la historia se creyó a si mismo el heraldo o anunciador de la venida del Reino de Dios, e incluso al final de su vida el mesías de Israel, cuando aludía a ese personaje que habría de intervenir en el juicio final -el “Hijo del hombre” en concreto-, se refería a un ayudante especial de Dios para esos momentos postreros del universo, y que ese ayudante no era él mismo, sinio otro.

¿Por qué motivo? Básicamente por uno sólo. Porque no puede adscribirse con seguridad al Jesús de la historia ninguna de las sentencias de los Evangelios que lo señalan como Hijo del Hombre cuando habla de su resurrección y de su venida como juez final.

Sostienen que no es seguro que el Jesús histórico dijera de sí mismo que él era el personaje dibujado por el autor del Libro de Daniel (7,13), o más tarde por el del Libro IV de Esdras (13,1s), a saber el “juez escatológico”. Con otras palabras: una vez utilizado el escalpelo de la crítica, no resulta claro en qué sentido pudo utilizar Jesús la expresión “Hijo de hombre”, en concreto si lo hizo como un título mesiánico para predecir la pasión, resurrección del mesías y su venida como juez(¡él mismo!), o bien en otro sentido más sencillo.

Y si esto fuere así, hipotéticamente, se impondría una pregunta: ¿cómo llega el cristianismo primitivo a interpretar a Jesús como el Hijo del Hombre futuro, juez universal, que implica un estatus divino de algún modo?

No es fácil dar una respuesta absolutamente satisfactoria. Para hacerlo deben realizarse diversas observaciones críticas a los Evangelios y formularse algunas hipótesis: voy a replantear los pasos, abreviándolos o amplificándolos según sea necesario, dados en el apartado sobre la posible autocomprensión de Jesús como el “Hijo del Hombre” de la Guía para entender el Nuevo Testamento.

Hipótesis sobre cómo se formó en el seno del cristianismo la teología sobre el “Hijo del Hombre”

1. Que Jesús utilizó esta enigmática frase para aludir modestamente a sí mismo es algo que no cabe duda, pues aparece atestiguada múltiplemente en los Evangelios y era un uso de la lengua aramea de su época, aunque no frecuente en verdad.

2. Un análisis aun somero de las sentencias en las que aparece esta expresión lleva a la conclusión de que se deben distinguir tres categorías o clases de utilización de ella:

A. Las que se refieren a la actuación de Jesús sobre la tierra en su momento presente, que son intercambiables por un “yo” o por “este hombre que está aquí”. Así Mc 2,28; 3,28; 10,45a; 14,21b.

B. Las que hablan de la pasión del “Hijo del hombre” seguida de su resurrección. Así, p. ej., Mc 8,31; 9,31s; 10,33s.

C. Aquellas que se refieren a la parusía o venida del Hijo del hombre como juez de vivos y muertos. Así, p. ej., Mc 8,38.

3. Los dichos del primer grupo no afirman nada especial de Jesús como persona divina (ni siquiera el hecho de que sea “señor del sábado”, 2,28, frase que debe interpretarse a la luz de la que está al lado: “el sábado es para el ser humano y no el ser humano para el sábado”). En estos textos la expresión el "hijo de hombre" no es más que un circunloquio para designarse a sí mismo con cierta modestia, sin decir expresamente "yo". Estos dichos son considerados por la crítica como auténticos.

Los de la clase 2. se consideran técnicamente “profecías ex eventu”, es decir, “profecías” una vez sucedidos los hechos, en concreto la muerte de Jesús. Por tanto, son necesariamente posteriores a éste y no pudieron ser pronunciados por él. Muchos críticos católicos admiten este argumento, aunque en el fondo late en él una crítica racionalista: no es admisible que Jesús, como hombre que era, pudiera predecir el futuro.

Los de la clase 3. se interpretan ciertamente como una referencia de Jesús a un personaje de algún modo celeste que actúa como intermediario o ayudante de Dios en los momentos transcendentales del Gran Juicio.

Ahora bien, como en toda la tradición sinóptica no se contiene palabra alguna del mismo Jesús en la que él afirme que habría de retornar en un futuro próximo salvo los dichos mismos que se están investigando, la crítica opina que ello induce a la prudencia hasta que se examinen detenidamente esos dichos. Es posible que los evangelistas hayan aplicado a Jesús estas palabras como si él las hubiera referido a sí mismo, aunque es muy posible que no fuera así.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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