José y Asenet y el Nuevo Testamento (I)

Hoy escribe Antonio Piñero:

El título de este post “José y Asenet” hace referencia a una novela erótica, de aventuras y teológica judía, que creemos que se compuso quizá durante el siglo I de nuestra era. Sería, por tanto más o menos coetánea de la composición de los Evangelios. Si fuere así, y como veremos y discutiremos, el material que contiene sería precioso para una comparación con ideas del Nuevo Testamento.

Podría valer esta novela para ilustrarnos sobre concepciones importantes para el cristianismo primitivo como las que se hallan detrás de la apelación “hijo de Dios”, es decir, cómo podía entenderse la expresión`por parte de los potenciales lectores paganos, judíos o cristianos, o como la noción de “eucaristía” -con el trasfondo de la ingestión simbólica de la divinidad, muy parecida a concepciones paganas-, o por ejemplo para decidir con ciertas razones de peso si las visiones del Apocalipsis de Juan son auténticas visiones personales o más bien un producto literario. Todo esto lo trataremos en los posts de esta serie. Aunque antes de entrar de lleno en la comparación de la novela "José y Asenet" con el Nuevo Testamento hay que recorrer un cierto camino.

Las dataciones de la novela son bastante diferentes, sin embargo, entre los estudiosos y en el fondo están unidas al proble de quién quién la escribió. Los estudiosos más antiguos varían: fue compuesta en el siglo IV o V de nuestra era (P. Batiffol); en la época de Adriano: 135 d.C. (K. G. Kuhn); en torno a la mitad del siglo I d.C. (Aptowitzer), e incluso en el siglo I a.C. (G. D. Kilpatrick); Ch. Burchard, en un estudio casi exhaustivo sobre la novela, afirmó que el escrito es anterior a la revuelta judía en época de Trajano del año 116 d.C.; su argumento principal es: lógicamente hacer proselitismo judío después de la revuelta antirromana y su feroz represión sería arriesgado.

Los autores de trabajos relativamente recientes sobre esta novela oscilan también grandemente en su fecha de composición. Dos ejemplos: se estima que se compuso o bien en el siglo II-I a.C. Así, G. Bohak, Joseph and Aseneth and the Jewish Temple in Heliopolis, Atlanta 1996; o bien en los siglos III-IV d.C. Así, R. S. Kraemer, When Aseneth met Joseph, New York/Oxford 1998. Esta última datación hace de la novela una composición cristiana, aunque en apariencia el elemento judío sea absolutamente dominante en el texto.

Como dijimos, el problema de la datación está muy ligado a lo que podamos averiguar sobre el autor y sobre su propósito al escribir la obra. Dejamos para el post siguiente alguna precisión sobre el tema y una discusión más profunda para el final de la serie cuando sepamos más de la novela y de su posible relación con el Nuevo Testamento. Por ahora, a la luz de la historia de la investigación que brevemente hemos reseñado, hay tres posibilidades:

1. El autor es un judío. Su obra es anterior al cristianismo, probablemente del siglo I a.C., o bien del mismo siglo I d.C., pero sin contacto con el cristianismo.

2. El autor es un cristiano. Su obra es de los siglos III al IV de nuestra era.

3. Y una posición intermedia: el autor final es un cristiano que utiliza, refunde y cristianiza una antigua novelita judía. La datación supone ya un conocimiento del Nuevo Testamento. Por tanto, la datación ha de ser tardía: lo más pronto el siglo III d.C.

En principio me inclinaría por la posición que he mantenido en la publicación de la traducción española -con introducción y notas- de esta obra: una composición judía pero del siglo I -todo lo más del II- de nuestra era. El conjunto del escrito nos invita a pensar que nos encontramos ante una composición de época romana del primer Imperio. El elogio del proselitismo, la apología del matrimonio mixto, podría encajar en el ambiente del siglo I de nuestra era, antes de la destrucción del Templo, y, en cualquier caso, en la época inmediatamente anterior a la sublevación judía de los años 115-117, que Trajano intentó sofocar cruelmente.

Otro argumento al respecto es que la Conversión (así con mayúsculas, casi personificada) que hace el papel de Sabiduría en la novela –o más tarde la heroína Asenet en cuanto convertida que vueleve a desempeñar e mismo papel- es todavía una figura femenina. No se ha dado el paso -bien cristiano- de asimilar la Sabiduría con Jesús. Para los cristianos, éste es la Sabiduría encarnada (véase Lc 11,49 comparado con Mt 23,34), por tanto de aspecto masculino.

Finalmente, una consideración de tipo literario podría conducir a la misma conclusión en cuanto a la fecha de su composición. Hemos dicho ya que nuestro texto es una novela. Teniendo en cuenta los datos que poseemos sobre otras novelas famosas, como Quereas y Calirroe, de Caritón, o Leucipe y Clitofón, de Aquiles Tacio, Habrócomes y Antia, de Jenofonte de Éfeso, Dafnis y Cloe, de Longo, Teágenes y Cariclea, de Heliodoro, podríamos pensar que José y Asenet (obsdérvese. se trata siempre de una pareja) sería más o menos contemporánea a estas. Nada habría, que se oponga a que esta última haya sido escrita en la época mencionada: sería, pues, de época imperial temprana.

Y ahora vayamos al asunto candente y general de la comparación de esta novela con el Nuevo Testamento. Lo que diga a continuación tiene más interés y fuerza si se parte del supuesto 1. que hemos señalado más arriba. Y menos interés, si parte de los supuestos 2. y 3. Al final de la serie nos decantaremos con cierta probabilidad por uno de ellos. Pero antes hay que presentar el material comparativo.

Creo que hoy día es una suerte de axioma que para comprender la base judía del Nuevo Testamento no basta con leer el Antiguo Testamento, sino que la lectura de la literatura apócrifa judía (también llamada "literatura entre los dos Testamentos" = “intertestamentaria”), más los manuscritos del mar Muerto e incluso textos rabínicos -bastante tardíos cronológicamente respecto al Nuevo Testamento- arroja una luz imprescindible para la comprensión del judaísmo un tanto heterodoxo que fue en principio el judeocristianismo y luego el cristianismo a secas.

Una parte de esta literatura intertestamentaria es la de contenido apocalíptico, representada en textos señeros como el Libro I de Henoc, el Apocalipsis siríaco de Baruc o el Libro IV de Esdras (estos dos últimos espero que puedan leerse finalmente en castellano a finales de este año en el volumen VI de la colección Apócrifos del Antiguo Testamento arriba mencionada). Y a este tipo de literatura de "revelación" pertenece en cierto modo la novela "José y Asenet".

En 1960, en un artículo de grandísimo impacto en el mundo de los estudios científicos sobre el Nuevo Testamento, un teólogo protestante alemán llamado Ernst Käsemann, discípulo directo de Rudolf Bultmann, planteó la cuestión de si no sería la apocalíptica judía la matriz de toda la teología cristiana más que el Antiguo Testamento. Su tono era más contundente que una mera pregunta. En el fondo afirmba: la apocalíptica judía es la matriz de la teología cristiana. De ahí el interés de comparar "José y Asenet" con el Nuevo Testamento.

Para lo que seguirá tomo datos de la segunda edición de esta novela en la colección de Apócrifos del Antiguo Testamento, volumen III, pp. 257-328, de Editorial Cristiandad, segunda edición, Madrid 2002 -publicada junto con Ramón Martínez Fernández-, y de un antiguo trabajo mío sobre “José y Asenet y el Nuevo Testamento”, en un volumen hoy casi inaccesible, las Actas del I Simposio Bíblico Español, celebrado en Salamanca en 1982, publicado por la Editorial de la Universidad Complutense en 1984, pp. 623-636.

Y ahora vayamos directamente a la presentación de esta novela:

José y Asenet narra un episodio de la vida del hijo de Jacob, poco conocido a través de la Biblia canónica. El tema central es el encuentro de los dos personajes -amor a primera vista y sus dificultades- y el cambio que se produce en Asenet a raíz del mismo. La joven es la verdadera protagonista de la narración. Permanece en escena incluso después de que José se retire, una vez que superadas las dificultades se consuma su boda con la doncella.

La acción se desarrolla a lo largo de 29 capítulos de desigual extensión. Se insinúan en ella dos partes. La primera, que llega hasta el capítulo 21 inclusive, es la que verdaderamente responde al título con el que nos ha llegado el texto: el encuentro de los dos personajes.

La segunda es una especie de extenso epílogo, cuyos sucesos tienen lugar como consecuencia de lo acaecido en la primera: la boda y la envidia que genera en otros. El ambiente, sin embargo, es totalmente distinto. La acción es más de aventuras y se desarrolla entre otros personajes; el relato adquiere cierto tono épico que sólo muy esporádicamente recuerda la tranquila espiritualidad de la primera. Son capítulos muy parecidos a una narración caballeresca, cuyo desarrollo recuerda lejanamente a la Ilíada y sus procedimientos. Bien pudiera ser esto último el tributo que nuestra novela pagó a la tradición literaria griega, en concreto a la homérica.

El próximo día seguiremos con el tema, y en primer lugar haremos un resumen del contenido de la novela y del desarrollo de su acción.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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