La figura de Juan Bautista y la de Jesús. Jesús dentro del movimiento del Bautista (II) (192-11)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el pensamiento de Gonzalo Puente Ojea sobre Jesús de Nazaret, en concreto estamos dilucidando el carácter de su mesianismo.

Según GPO, muertos los dos dirigentes, Juan Bautista y Jesús, sus respectivos discípulos siguieron manteniendo cierta rivalidad, como se intuye por dos pasajes de los Hechos de los apóstoles:

18,25:

“Apolo había sido instruido en el camino del Señor; y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque sólo conocía el bautismo de Juan.”

y 19,1-7:

“Y aconteció que mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo, habiendo pasado por las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído que hay Espíritu Santo. 3 Entonces les dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Y ellos dijeron: En el bautismo de Juan. 4 Y Pablo les dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en Aquél que vendría después de él, esto es, en Cristo Jesús. 5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7 Y eran por todos unos doce hombres”.


Al encuadrar a Jesús en el discipulado de Juan, tan judío y tan escatológico-apocalíptico, la mesianidad posterior de Jesús se entiende perfectamente. Así si leemos Mc 11,27-33:

“Y vinieron de nuevo a Jerusalén; y andando Él por el templo, vienen a Él los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y los ancianos, 28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio la autoridad para hacer estas cosas? 29 Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas: 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme. 31 Y ellos discutían entre sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32 Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo; porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta. 33 Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.”

Este pasaje corrobora el aprecio de Jesús hacia Juan, la autoridad y legitimidad del mensaje de aquel y la coincidencia de vocación con la suya. El mesianismo de Juan Bautista apuntaba ya hacia la instauración del reino de Dios que ejercería la justicia a favor de los pobres y oprimidos, como exigía la gran tradición profética de Israel… y ¡el de Jesús igualmente!

La “mesianidad” de este último, Jesús, comienza a aparecer a medida que se va filtrando y analizando el texto marcano, si se aplican criterios objetivos de exégesis. Así, Mc 1,15:

“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: Arrepentíos, y creed el evangelio”


Este pasaje señala que el punto de partida y el objetivo de Jesús es el mismo que el del Bautista.

El texto de Mt 11,8-11 no es un pasaje del todo fiable críticamente, pero contiene una autodeclaración de mesianidad de Jesús y una negación (cristiana) de la pretensión mesianista de Juan Bautista:

¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre cubierto de ropas delicadas? He aquí, los que visten ropas delicadas, en las casas de los reyes están. 9 Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10 Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. 11 De cierto os digo: Entre los nacidos de mujer jamás se levantó otro mayor que Juan el Bautista; pero el que es menor en el reino de los cielos, mayor es que él”.


Lo mismo ocurre con el siguiente pasaje del Evangelio de Juan:

Jn 1,20: “Y el Bautista confesó, y no negó; sino confesó: Yo no soy el Cristo.”


y Jn 3,27-31;

“27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada si no le es dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él. 29 El que tiene la esposa, es el esposo, mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo. Así pues, este mi gozo es cumplido. 30 Es necesario que Él crezca, y que yo mengüe. 31 El que viene de arriba, sobre todos es; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, sobre todos es.”


El asesinato del Bautista decidió a Jesús a actuar más enérgicamente en su proclamación del Reino.

GPO endosa es decir, acepta, la opinión de Hyam Maccoby (Revolution in Judaea, 115-116) de que la desaparición de Juan y el crecimiento explosivo del movimiento propio de Jesús hicieron que éste no pudiera contentarse sólo con esperar.

“Sus seguidores, convencidos de su grandeza, esperaban de él algunos audaces progresos. Lo presionaron para que él mismo se revelase y emprendiese abiertamente el camino a Jerusalén”.


Y allí tienen lugar acciones de Jesús –entrada en la ciudad y purificación del templo en Jerusalén-- que son ya abiertamente mesiánicas


(Ideología e historia, 179; Mito de Cristo, 26s; Vivir la realidad, 301ss; Existencia histórica de Jesús, 66).


Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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