027. Maternidad, agricultura y religión (3): Hathor.

La maternidad no sólo está asociada al parto. Tan importante como traer al mundo es criar, criar al recién nacido y a anteriores criaturas si las hubiera. En el antiguo Egipto este papel fue atribuido a la diosa Hathor.

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Amenhotep II amamantado por Hathor. Tomado de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/15/Hatshepsut_temple5.JPG

La palabra española criar pertenece etimológicamente a la familia del verbo latino creare, lo cual produce una cierta traba a la hora de entender apropiadamente el término. Creare dio claramente crear; pero en algún momento se distinguió entre crear y criar, que ya no significaría traer al mundo sino cuidar apropiadamente de lo creado para que alcanzara una cierta madurez. En este sentido se formó la palabra criatura, compuesta a partir de ese verbo y de una terminación verbal (-turus, -tura,- turum) que en latín indica lo que está por suceder: no lo que fue, sino el futuro. Sea como fuere, todos, como criaturas que fuimos, fuimos tanto creados como criados. Ese segundo papel ligado a la maternidad es el que, en el antiguo Egipto, fue desempeñado por una diosa que solía representarse como vaca que amamanta a sus criaturas, la diosa Hathor.


Hathor presenta una enmarañada historia y una teología igualmente compleja. Se entiende que fue venerada desde épocas incluso anteriores a la constitución del Egipto reunido, y se sitúa su origen en el Delta. Diosa local, su culto se habría extendido, quizá paulatinamente, por el resto del Nilo hasta alcanzar un lugar muy destacado en el panteón.
Desde sus comienzos, se entiende que la diosa se asoció con las vacas salvajes que amamantan a sus terneros. Este animal, pacífico si está estabulado, en plena naturaleza puede ser bastante agresivo, y quizá de ahí venga la asociación entre Hathor y cierta violencia de su comportamiento (en el mito conocido como Destrucción de la humanidad la diosa recibe de Ra el encargo de bajar a la tierra para castigar a quienes se rebelen contra el dios).

En cuanto a su papel como divinidad asociada a la crianza, es de destacar la importancia de algunas imágenes que presentan a los faraones protegidos por la diosa: el faraón suele aparecer a un tamaño menor que la diosa, en forma de vaca, que cubre al rey con su cabeza y lo protege (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Hathor-cow-ThutmosisIII.JPG). Incluso en el templo de Hatshepsut se puede observar un relieve que muestra al faraón mamando de las ubres de Hathor representada como vaca. Este carácter parece relacionado con el mito que hace a Hathor proteger a Horus de su tío Set en los pantanos de Chemmis, donde lo amamanta.


Una de las imágenes más difundidas de la diosa es su representación como mujer con piel de vaca y moteada de estrellas que amamanta a una persona. Es más, su adscripción a la noche la empareja con el día, y parece que de ahí vendría su nombre (“Morada de Horus” o incluso “seno de Horus”, en referencia a su papel en ciertas mitologías como madre de Horus, pues el Sol cada día nace de la noche).
Además, Hathor fue diosa de la sexualidad, de ahí su emparejamiento con el dios Min (Amón-Min). Este dios, también predinástico, presenta interesantes asociaciones agrícolas: su planta era la lechuga larga (o “de oreja de burro”), cuando ya se presenta “subida”, es decir, cuando ha crecido en forma de largo tallo para florecer, una imagen que, asociada a la blanca savia que posee, sirve como representación del vigor masculino asociado a la vegetación. (De hecho, la palabra lechuga tiene que ver con leche: de la raíz latina lact-: lácteo, lactante).


Este extremo resulta muy interesante toda vez que la vaca y el toro, mejor el buey, eran los tractores de la agricultura preindustrial. La vaca Hathor que puede ser una amante madre y y una despiadada protectora de sus crías, tiene como pareja el toro salvaje de los alrededores del río, cañaverales y demás zonas pantanosas y, por tanto, peligrosas para el hombre. No en vano el templo de Medinet Habu presenta en uno de sus frontales a Ramsés III a punto de capturar uno de estos toros salvajes como muestra de su poder, poder que desemboca no sólo en la fuerza bruta y habilidad para la caza sino en el futuro semental de las vacadas del faraón, cuyas terneras habrán de alimentar al pueblo y servir como tracción en la agricultura.
Con todo, el papel de diosa nutricia pasó con el tiempo a Isis, que fue representada con el símbolo más importante de Hathor, los cuernos que entre ellos albergan el disco solar. Así, en Isis quedaron ligadas las dos partes de la maternidad: crear y criar.


Saludos cordiales.

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